La Navidad nos acerca más la familia y a los amigos, también hace que los espíritus se vuelvan más alegres, algunos nostálgicos y otros reflexivos. Es una buena época para el re-encuentro y la reconciliación entre los hermanos peleados, los amigos distanciados y los compañeros malhumorados.
Pero una cosa es la reconciliación de cada quién con su conciencia y en su espíritu, o la superación de pequeñas diferencias con quienes se vive el amor fraterno y otra, muy diferente y más compleja, es la reconciliación social donde no basta con las buenas intenciones sino que requiere de transformaciones estructurales, especialmente en el sistema de justicia y de valores especialmente la tolerancia.
Tantos años de violencia armada, la corrupción de un gran sector de la clase política, el narcotráfico y la sensación de cierto abandono del Estado para el ciudadano común, son múltiples elementos que relacionados entre si han arrojado un complejo sistema cultural donde cada quien interpreta la justicia como la capacidad de actuar y/o responder ante el otro mediante la imposición de la fuerza y salirse con la suya. En ese sentido creo que estamos lejos de reconocernos como Sujetos de Derechos y de depositar la confianza en las instituciones del Estado.
Hace unos días cuando la Comisión de Reparación y Reconciliación, en el departamento de Santander, presentaba su informe de gestión del año 2008, se recordaba que “la Reconciliación es una meta pero también un camino, un proceso de largo plazo al que todas y todos podemos aportar”. Sin embargo, cuando no estamos dispuestos a reconocer la alteridad y a promover un estilo de vida fundado en el respeto a la vida y la dignidad humana, estamos muy distantes de la anhelada convivencia pacífica; esto es algo que los hechos demuestran.
A pesar de la propaganda y la ilusión de muchos al creer que la violencia armada esta llegando a su fin, los datos que arroja el informe de la Comisión, sobre este particular, causan gran preocupación:
- Presencia de 12 grupos armados al margen de la ley en Santander, 18 en Norte de Santander y 26 en Magdalena Medio.
- En el Área Metropolitana, especialmente en sectores como Café Madrid y La Cumbre se han reportado presencia de estos grupos que ejercen vigilancia ilegal y aparición de panfletos amenazando a la población.
Si queremos una sociedad reconciliada, quizá debamos cambiar la ecuación de la justicia, poniendo a los victimarios en el último plano y cargándoles penas acordes con sus terribles crímenes y poniendo en primer plano a las victimas; defendiendo sus derechos y dándonos “la pela” por la reparación integral –individual y colectiva- económica, simbólica e histórica, y demostrar que evidentemente el crimen no paga en vez de andar celebrando a los criminales con bombos y platillos, ofreciéndoles dinero, becas, viajes y una vida segura en el exterior.
Pero una cosa es la reconciliación de cada quién con su conciencia y en su espíritu, o la superación de pequeñas diferencias con quienes se vive el amor fraterno y otra, muy diferente y más compleja, es la reconciliación social donde no basta con las buenas intenciones sino que requiere de transformaciones estructurales, especialmente en el sistema de justicia y de valores especialmente la tolerancia.
Tantos años de violencia armada, la corrupción de un gran sector de la clase política, el narcotráfico y la sensación de cierto abandono del Estado para el ciudadano común, son múltiples elementos que relacionados entre si han arrojado un complejo sistema cultural donde cada quien interpreta la justicia como la capacidad de actuar y/o responder ante el otro mediante la imposición de la fuerza y salirse con la suya. En ese sentido creo que estamos lejos de reconocernos como Sujetos de Derechos y de depositar la confianza en las instituciones del Estado.
Hace unos días cuando la Comisión de Reparación y Reconciliación, en el departamento de Santander, presentaba su informe de gestión del año 2008, se recordaba que “la Reconciliación es una meta pero también un camino, un proceso de largo plazo al que todas y todos podemos aportar”. Sin embargo, cuando no estamos dispuestos a reconocer la alteridad y a promover un estilo de vida fundado en el respeto a la vida y la dignidad humana, estamos muy distantes de la anhelada convivencia pacífica; esto es algo que los hechos demuestran.
A pesar de la propaganda y la ilusión de muchos al creer que la violencia armada esta llegando a su fin, los datos que arroja el informe de la Comisión, sobre este particular, causan gran preocupación:
- Presencia de 12 grupos armados al margen de la ley en Santander, 18 en Norte de Santander y 26 en Magdalena Medio.
- En el Área Metropolitana, especialmente en sectores como Café Madrid y La Cumbre se han reportado presencia de estos grupos que ejercen vigilancia ilegal y aparición de panfletos amenazando a la población.
Si queremos una sociedad reconciliada, quizá debamos cambiar la ecuación de la justicia, poniendo a los victimarios en el último plano y cargándoles penas acordes con sus terribles crímenes y poniendo en primer plano a las victimas; defendiendo sus derechos y dándonos “la pela” por la reparación integral –individual y colectiva- económica, simbólica e histórica, y demostrar que evidentemente el crimen no paga en vez de andar celebrando a los criminales con bombos y platillos, ofreciéndoles dinero, becas, viajes y una vida segura en el exterior.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario