miércoles, 27 de marzo de 2024

MOTIVOS PARA Y MOTIVOS PORQUE

Los bumangueses eligieron como alcalde al señor Jaime Andrés Beltrán quien ofreció una fórmula de acciones reactivas y focalizadas para frenar la inseguridad, que se ha dado a conocer como “El Plan Candado”. Esta es una vieja formula que apela a imaginarios colectivos que se basan en la esperanza de que un castigo severo es la forma en la cual se protegerá a la ciudadanía de la delincuencia, desdeñando las explicaciones complejas que incluyen análisis sociales, culturales, económicos y políticos sobre el problema del delito.

Variables como la pobreza, la exclusión del sistema educativo, situaciones del entorno familiar, la influencia de los medios de comunicación, entre otros, han ayudado a explicar las motivaciones externas de quién comete el hurto y a establecer medidas para su castigo, pero poco contribuyen a la comprensión del fenómeno desde las motivaciones internas y las medidas apropiadas para su contención.

El sociólogo austriaco Alfred Schütz estableció que parte integral del Sentido de la Acción es su motivación y para ello establece una diferencia entre los “motivos para” y los  “motivos porque”. Los  “motivos para” son aquellos en función del cual la acción recibe su orientación; es una motivación subjetiva de la persona que se proyecta hacia un propósito que quiere conseguir. Los “motivos porque” hacen referencia a las condiciones objetivas que inducen a la persona a actuar de una u otra manera y nos ayudan a dar una explicación posterior a los hechos.

En este marco, podemos decir que las acciones propuestas para enfrentar la inseguridad en Bucaramanga, especialmente el hurto callejero, tienden mucho a la descripción de los motivos explicativos que ponen en relación una serie de circunstancias socioeconómicas o culturales que condicionan y/o inducen a la persona al robo (“motivos porque”);  pero no dan cuenta de las motivaciones subjetivas de las personas que comenten este tipo de actos (“motivos para”), generándose un vacío en la comprensión del problema que no permite que diseñen estrategias para resolver el problema de fondo.

Sin duda el enfoque del Plan Candado tendrá una buena narrativa en los medios de comunicación en la medida que muestre datos que den cuenta de la reducción del delito, pero el éxito será transitorio y el problema seguirá latente mientras no se conozcan las causas reales de las motivaciones que tienen quienes roban y no se construya una dinámica social preventiva involucrando al ciudadano de a pie.

https://www.vanguardia.com/opinion/2024/03/27/motivos-para-y-motivos-porque/

viernes, 22 de marzo de 2024

ESTO NO ES UN CARRO

Los seres humanos nos hacemos en la relación con los otros y desde ese complejo entramado  construimos nuestra identidad; si este tejido se rompe de manera abrupta no se puede reparar como si fuera un carro.

La violencia en Colombia ha dejado en el camino millares de personas, familias y comunidades destrozadas en su integridad física, moral, sicológica y emocional; también en el aspecto económico, político, cultural y social. Estas rupturas no se “reparan” entregando regalos, subsidios o reemplazando cosas; el tejido social, igual que un organismo, necesita de un entorno acondicionado para regenerarse pero, a diferencia de los organismos requiere, además de los elementos objetivos de la vida, los factores subjetivos que no son medibles, cuantificables, observables, ni predecibles; sino aquello que nos hace SER esencialmente humanos: amor, confianza, respeto, aceptación, alegría, protección, entendimiento y  espiritualidad.

Pero no es solo la violencia armada la que mutila el tejido social, es también la invisibilización de la violencia intrafamiliar, la falta de oportunidades para nuevos emprendimientos juveniles y la exclusión de la dimensión de género en la toma de decisiones estratégicas, además de la vieja idea de que todo se arregla regalando la plata o algunas cositas.

El tejido social no es un carro que se puede reparar reemplazando unas piezas por otras o poniendo “remiendos” como en una tela o parches  como en una carretera. “El Desarrollo se refiere a las Personas y no a las Cosas” (Max Neef)



LA VERONICA

En el camino de la cruz hay mucha gente. Algunos están allí porque son los protagonistas de lo que está aconteciendo: Jesús, los dos ladrones, los soldados, los contradictores; también están los amigos y simpatizantes, silenciados por temor: los apóstoles, su madre, las mujeres; también están los curiosos que no saben bien qué está pasando pero se quedan a mirar entre el asombro y la indiferencia, pronto seguirán con sus vidas. En medio de todos sobresale una mujer que se acerca a Jesús y limpia su rostro que queda impreso en la tela: La Verónica.

Veronica es una mujer joven, noble, sincera, trabajadora y dispuesta a colaborar en lo que se requiera sin que se lo pidan. Es como cualquier mujer de nuestro país: hijas, esposas, hermanas, madres, amigas, trabajadoras, estudiantes. Mujeres que llevan consigo el peso de una cultura machista, de la indiferencia y de la guerra; mujeres que se abren paso ante la adversidad, como Verónica en medio de los soldados, para solidarizarse con el otro, (sus hijos, su esposo, su prójimo), para limpiar el rostro de Jesús, el rostro de su pueblo.

Son las mujeres, en su mayoría, quienes enfrentan la soledad que deja a su paso la tempestad de la violencia cuando llega de frente a nuestros pueblos, barrios y comunidades, arrasando con la vida, el honor y la dignidad de las personas. Mujeres con gritos de dolor que se ahogan en sus gargantas y la mirada perdida en el punto de quiebre donde fracasa la razón y aflora la locura.

Son las mujeres quienes calladamente han sido la piedra angular de la fuerte estructura moral que, a pesar de la fragilidad de las estructuras sociales y del cinismo del sistema político, no permiten el desmoronamiento de la esperanza en que las cosas pueden mejorar.

La Verónica es la mujer que esta ahí, sin que lo noten, y de repente se abre paso entre la multitud para dar salida a su intuición, su emoción y su razón. Hoy vemos a muchas Verónicas en nuestra sociedad y requerimos de muchas otras en la academia, en la empresa y sobre todo en la política, es decir en el escenario donde se trabaja por la búsqueda del bienestar colectivo.

Así como La Verónica limpia el rostro de Jesús, necesitamos limpiar el rostro de nuestras vidas, alejar la violencia de nuestras casas, de nuestro vecindario y sobre todo de nuestra sociedad. Necesitamos limpiar las injusticias, la desigualdad, la desnutrición, el desempleo y la inequidad, entre muchos otros…

 



viernes, 15 de marzo de 2024

RELACION PEDAGOGICA (una Historia de Nando)

Ocurrió en los años 80’s. El Padre Plata dictaba las clases de religión que para la mayoría era una de las mejores pues el cura siempre hablaba sobre cosas de la vida, invitaba a la reflexión y el discernimiento, aunque no creo que logrará mucho pues los muchachos aprovechaban para hacer cualquier cosa menos prestar atención. Al final del bimestre, y para justificar la nota, el Padre hacía un examen, algo sencillo, producto de la reflexión personal, no había que memorizar nada sino expresar un punto de vista, “su opinión” decía él, por eso no había que vigilar para prevenir la copia. Salía hasta la cafetería y volvía para recoger los exámenes.

Un día, en una de esas pruebas, cuando el cura volvía por los exámenes, un estudiante lanzó un escupitajo con las consecuencias de una gripe mal cuidada sobre la última hoja, justo la que daría sobre el pantalón del profesor. El cura tomó el paquete y salió con una sonrisa…en menos de tres segundos el cura entró sin sonrisa, con la cara más roja que un tomate, con los puños cerrados golpeó el escritorio y vociferó con voz de trueno. Aquel Hijue#¬*-Ç*¿&%$·@|# …  que tenga los pantalones… que salga conmigo hasta la cancha y arreglemos esto como hombres…     el salón enmudeció … … no se movía una pluma … …ni un suspiro … 

Con el transcurrir de los minutos la cara del cura se fue blanqueando hasta encontrar su estado natural, el silencio se fue alejando para dar paso al susurro, el movimiento de la tapa del pupitre, una tos, cof, cof, y el Padre recobró la compostura, se disculpó con sus alumnos, se apenó, y como si fuera él el causante de algún daño invitó a sus muchachos (que no eran más de veinte) a tomar un refresco en una tienda fuera del colegio.

La alegría volvió a los estudiantes, que lejos de ser jovencitos como los de hoy, eran señores de cabello largo, con bigote, no se usaba uniforme y se llevaba un  paquete de cigarrillos en el bolsillo. El cura encabezaba la marcha y los estudiantes, pasando de la vergüenza a la burla, hicieron una fila imitando los movimientos del Padre e invitando a los transeúntes a unirse al festejo “vamos que el cura esta invitando”.  -Pidan lo que quieran que yo invito muchachos- dijo el cura- y nuestros alumnos (que de repente eran más de sesenta), despojados ya de toda vergüenza no solo pidieron una gaseosa como se les invitó, sino que aprovecharon para pedir galletas, sardinas, salchichas, chitos, golosinas, pan, etc, etc, etc.

La cuenta por favor: con mucho gusto Padre: son $$$$$....el cura abrió los ojos y carraspeó gggrrrmm Todo eso? Je, je, je, dio una risa de contención, sacó la billetera y pagó.

El Padre siguió dando clases y por fortuna cada año los estudiantes eran más jóvenes, hasta tener en el grado once muchachitos con la edad de los que en aquella época tenían cuando apenas entraban al Bachillerato. 



jueves, 14 de marzo de 2024

LOS FANTASMAS QUE SE PERDIERON

Las historias sobre almas errantes y mundos fantasmagóricos hacen parte de la tradición  y son un vehículo por donde transita la memoria de nuestros pueblos y sus tradiciones.  Quién no ha escuchado hablar de la Llorona, el Silbón, o la Pata Sola, entre otras historias que parecen de mundos lejanos pero que contribuyeron a construir nuestro presente.

En medio de esas charlas eternas donde se fusionan los recuerdos con la fantasía, escuche atento diversos relatos de donde comparto los siguientes:  

 ²  “A mí un día me salió una llorona en un trapiche a perseguirme porque la había visto, y como a ellas no le gustan que uno las vea... me tocó que coger el machete y hacerlo sonar contra las piedras para que se alejara de mí.... porque si no me hubiera dado una tanda que luego ni me puedo levantar...” cuenta jocosamente don Carlos, un hombre de setenta y cuatro años de la vereda la Aguada en el municipio de Galán.

 ²  Doña Carmen relata que  “mi abuelo Efraín le regaló  a mi papá una casa, como herencia luego del matrimonio.   En esa casa funcionaba una guarapería, y cuando mi papá se pasó a la casa vieron a una mujer pasar de la pieza a la cocina y de la cocina a la pieza... mi papá  no le dio importancia y   se quedó allí con mi mamá.  Esa noche no los dejaron dormir... se levantó un cucarachero impresionante, las cucarachas apagaban las velas... se veían por todos lados;  y, una mujer afuera lloraba y gritaba la muerte de su hijo arañando la puerta de la pieza.   Al otro día, buscaron cucarachas y no encontraron nada, así que decidieron contarle al cura del pueblo lo que les había sucedido y el sacerdote dijo que posiblemente un niño estaba enterrado en la pieza; llevaron trabajadores para levantar la baldosa del piso de la pieza y efectivamente encontraron los huesitos de un niño envueltos en una manta, los sacaron y les dieron cristiana sepultura, así dejaron de espantar”.

 ²  Don Santos, un hombre de setenta y seis años oriundo de Macaravita en la provincia de García Rovira cuenta que “Yo estaba muy pequeño, tendría unos 7 años, estaba acompañando a pescar a mi tío Higinio; la noche anterior habíamos colocado los anzuelos y madrugamos ese día a recogerlos.... cuando de repente vi sobre una piedra a un niño de cabello ensortijado, pantalón corto, camisa de mangas largas y amplias... como se vestían en la época de los españoles.... y tenía un cofrecito entre las manos, sonriendo sujetaba el cofre con una mano y con la otra me invitaba a seguirlo... yo salí corriendo despavorido.... al contarle a mi tío y a mis padres, dijeron que de pronto quería mostrarme donde estaba enterrada una guaca que en esa época era muy común… yo me acuerdo que mi abuelo se hizo rico a punta de guacas...” 

 ²  Yo también vi un fantasma, comenta Doña Matilde, “cuando estaba pequeña dormíamos en el segundo piso de la casa y bajé al primero donde asoleaban café, diagonal del caney estaba la puerta de entrada a la carpintería de mi papá donde él fabricaba ataúdes; de repente veo venir como a un muñequito de nieve, era blanquito con los ojitos negros y la boquita roja... pero no tocaba el piso, el venía de frente mirándome y a mi no me dio miedo hasta que  lo veo atravesar la puerta de madera de la carpintería... salí corriendo a contarle a mi papá y el bajó a mirar qué había pasado y no encontró nada, entonces dijo seguramente es alguien que murió y viene a medirse un ataúd; efectivamente, al otro día llegó alguien a comprar un ataúd.  De ahí en adelante cuando chirriaban los ataúdes mi papá decía mañana seguro voy a vender”

 ²  A propósito de cosas misteriosas, esto me pasó en un pueblo de Nariño, cuenta don José, quien es pensionado de las Fuerzas Militares.  “En una correría llegué a un pueblo pequeño; el hotel era espantoso y por la noche no pude dormir porque había un chinchero terrible.  En el desayuno me hice amigo del Inspector de Salud del pueblo, un hombre de unos cuarenta años, alto, se veía saludable y me dijo que si quería podía quedarme con él en el puesto de salud que estaba desocupado... pero que había un problema y era que ahí se sentían ruidos extraños de noche;  Entre quedarme en el hotel y el puesto de salud, decidí aceptar su propuesta.  Llegué por la noche y llevé una linterna, efectivamente tipo diez de la noche comenzaron a escucharse unos estruendos en el patio como si arrojaran mesas y sillas desde el segundo piso.... salí a ver y no era nada.  Luego, apagamos la luz y sentí como en medio de los dos bancones en donde estábamos acostados pasaba alguien, prendí la luz y a lo lejos se veía alguien vestido de médico; apagué la luz y volvió a suceder volvía prender la luz y a lo lejos vi como atravesaba una puerta cerrada una enfermera y así toda la noche... durante siete noches que estuve allí pasaron y pasaron cosas.   Me fui de ese pueblo y al mes tuve que regresar nuevamente, esta vez llegué al pueblo como a las ocho de la noche y decidí ir directamente al puesto de policía a pedir posada, efectivamente esta vez la pude conseguir porque un agente se encontraba de licencia.  Le pregunté al Cabo sobre el Inspector y me dijo que hacía cinco días tuvieron que sacarlo del puesto de salud… estaba muerto y nadie se explica la causa de su fallecimiento... pero igual nadie quiere entrar a esa casa porque de igual manera hace mucho tiempo, en iguales circunstancias murió un médico y una enfermera...”

Centenas de historias, anécdotas y recuerdos rondan la memoria de nuestros ancianos, que en la mirada perdida de sus ojos vidriosos y la ronquera de su voz  toman un aire misterioso pero indiscutiblemente creíble. Con el paso del tiempo muchas historias tendrán vida a través de la pluma pero otras jamás serán conocidas porque sus fantasmas se  perdieron  en el camino hacia las ciudades… 


 


miércoles, 13 de marzo de 2024

RECOMPENSA

La base de la recompensa es el Reconocimiento como una condición vital de los seres humanos. Es decir somos humanos porque nos reconocemos en el otro. Ser visto es la base del desarrollo de la persona y la manera como somos vistos  influye en la personalidad, la autoestima y el horizonte de mundo; de esta manera todas las personas esperamos de nuestro actuar una recompensa, algo que puede traducirse en un agradecimiento, una felicitación, un premio, una nota, un regalo, un ascenso o cualquier cosa material o inmaterial que reconforte nuestro ego.

Las recompensas son parte  de los protocolos de interacción social en todos los ámbitos; la familia, el colegio, la empresa y el espacio público; ellas incentivan el esfuerzo personal y/o grupal por alcanzar metas y contribuyen a un mejoramiento continuo de los procesos.

Los motivos por los cuales buscamos recompensas son variados dependiendo del contexto y las circunstancias; van desde recibir afecto por parte de los padres, profesores o personas influyentes para sentirnos aceptados, queridos o respetados; recibir premios materiales como un descuento en un almacén o ganarse un automóvil o un viaje por su fidelidad como cliente; o simplemente el reconocimiento por una labor ejemplar como empleado del mes o izar la bandera en el colegio.

También hay recompensas motivadas por un ascenso en la estructura de una  organización y gozar de los beneficios que ello conlleva. En éste ámbito, cuando se asocian al nivel de efectividad y eficacia de una actividad, estimulan otro factor de la condición humana que es la lucha por el Poder. En este escenario el sentido de las recompensas es susceptible de tergiversarse ya que alimentan el ego y pueden llevar a las personas a querer conseguir sus propósitos por encima de las normas y quizá la integridad de otras personas.

Las recompensas pueden reforzar la intención de una persona por dar lo mejor de sí para coadyuvar en el propósito de una empresa, porque está convencida del valor social, económico o cultural que ésta representa. Sin embargo también puede llevar a que una persona, sin estar convencida de esos valores, acepte la recompensa solo porque ella le otorga poder económico o capacidad de dominación física, haciéndolo sentir más importante y menos vulnerable, en estos casos la recompensa pierde su sentido cooperativo  y se convierte en un objeto del deseo egocéntrico que finalmente terminaría generando impactos negativos para la empresa.



 

sábado, 9 de marzo de 2024

CULTURA CIUDANA EN EL AMB

En Bucaramanga, y en los municipios del área metropolitana (AMB), se escuchan con frecuencia las quejas de algunos ciudadanos de que “no hay cultura ciudadana”, para referirse a la falta de respeto por las normas de tránsito o del poco  cuidado hacia el mobiliario urbano, la falta de sentido de pertenencia y en general de la precariedad de valores como la tolerancia y la solidaridad que propicien la sana convivencia en el espacio público.

Si nos atenemos a aquella definición de Cultura entendida como “la manera en que un pueblo se representa el mundo e históricamente lo vive creando así la base de su identidad comunitaria”, podemos intuir que en el AMB predomina una Cultura que pone por encima el interés particular sobre el general; donde la mayoría cumple las normas por miedo a la sanción y que no ser pillado se considera un valor; en otras palabras, tenemos una visión del mundo  donde “todo vale” para conseguir los propósitos personales sin importar las afectaciones que ello le pueda generar a los demás.

Y así nuestras ciudades siguen creciendo con ansias de meterse a la fuerza en procesos modernizantes, hasta el punto que muchas cosas se hacen por seguir alguna tendencia del desarrollo urbano sin tener en cuenta las necesidades reales de las personas. De aquí resultan los llamados “elefantes blancos” que no son más que el choque entre una idea impuesta y la Cultura propia de quienes habitan la ciudad; entonces decimos que no hay Cultura Ciudadana, porque las estructuras urbanas que se le imponen al ciudadano no corresponden con el Sentido construido desde su perspectiva social y tampoco se desarrollan programas para que las entienda, aprecie y aprenda a usarlas.

Me contó una amiga que cuando estudiaba en una universidad de Antioquia, en los años 90,  y preocupados por  el incremento de los embarazos adolescentes en una comuna de Medellín, hicieron un estudio para identificar sus causas; y contrario  a lo que normalmente la mayoría supone, que esto sucede por falta de educación sexual, descubrieron que las niñas se embarazaban conscientemente porque la expectativa de vida de sus novios era muy corta ya que la mayoría moría en la adolescencia debido a su oficio: el sicariato. Acudo a este ejemplo para insistir a quienes toman las decisiones, que en el AMB requerimos un programa de educación ciudadana que parta desde la comprensión del Sentido que las personas tienen sobre sus propias acciones y entender ¿Por qué no se utilizan los puentes peatonales? ¿Por qué no se  respetan las señales de pare? o ¿Por qué no recogen el excremento de sus mascotas?, entre muchos otros.

Es necesario entender que muchas de las acciones que van en contravía de la sana convivencia en el espacio público no son producto de una intención malvada de las personas sino de falta de una pedagogía ciudadana que parta del reconocimiento, el entendimiento y la comprensión de las representaciones de mundo que subyacen en el Sentido de la acción ciudadana.