La base de la recompensa es el Reconocimiento
como una condición vital de los seres humanos. Es decir somos humanos porque
nos reconocemos en el otro. Ser visto es la base del desarrollo de la persona y
la manera como somos vistos influye en
la personalidad, la autoestima y el horizonte de mundo; de esta manera todas
las personas esperamos de nuestro actuar una recompensa, algo que puede
traducirse en un agradecimiento, una felicitación, un premio, una nota, un
regalo, un ascenso o cualquier cosa material o inmaterial que reconforte
nuestro ego.
Las recompensas son parte de los protocolos de interacción social en
todos los ámbitos; la familia, el colegio, la empresa y el espacio público;
ellas incentivan el esfuerzo personal y/o grupal por alcanzar metas y
contribuyen a un mejoramiento continuo de los procesos.
Los motivos por los cuales
buscamos recompensas son variados dependiendo del contexto y las
circunstancias; van desde recibir afecto por parte de los padres, profesores o
personas influyentes para sentirnos aceptados, queridos o respetados; recibir
premios materiales como un descuento en un almacén o ganarse un automóvil o un
viaje por su fidelidad como cliente; o simplemente el reconocimiento por una
labor ejemplar como empleado del mes o izar la bandera en el colegio.
También hay recompensas motivadas
por un ascenso en la estructura de una
organización y gozar de los beneficios que ello conlleva. En éste
ámbito, cuando se asocian al nivel de efectividad y eficacia de una actividad,
estimulan otro factor de la condición humana que es la lucha por el Poder. En
este escenario el sentido de las recompensas es susceptible de tergiversarse ya
que alimentan el ego y pueden llevar a las personas a querer conseguir sus
propósitos por encima de las normas y quizá la integridad de otras personas.
Las recompensas pueden reforzar la intención de una persona por dar lo mejor de sí para coadyuvar en el propósito de una empresa, porque está convencida del valor social, económico o cultural que ésta representa. Sin embargo también puede llevar a que una persona, sin estar convencida de esos valores, acepte la recompensa solo porque ella le otorga poder económico o capacidad de dominación física, haciéndolo sentir más importante y menos vulnerable, en estos casos la recompensa pierde su sentido cooperativo y se convierte en un objeto del deseo egocéntrico que finalmente terminaría generando impactos negativos para la empresa.
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