El pasado 09 de febrero escribí un primer artículo sobre la necesidad que tenemos hoy, en Bucaramanga y toda el área metropolitana, de un programa de Cultura Ciudadana que contribuya a formar una ciudadanía mejor educada en el respeto de las diferencias, más solidaria en los propósitos del bienestar común y más responsable en el cumplimiento de las normas y de asumir las consecuencias de sus propias acciones.
Pero ese programa debe hacerse bien, desde la comprensión de lo que somos y realmente necesitamos. Para ello hay que hacer estudios y no solo realizar proyectos desde lo que seguramente a algún funcionario “le parece” que hay que hacer. Mi contribución a este propósito, por ahora, son estas cortas reflexiones sobre los asuntos que subyacen el entramando de la vida social y que su mínima comprensión podría ayudar a quienes toman las decisiones que impactan la vida de los ciudadanos a querer hacer las cosas bien.
En mi reflexión anterior me enfoque en el Mundo de la Vida Cotidiana (http://alvaro-vecino.blogspot.com/2022/02/vamos-por-la-cultura-ciudadana.html), ese el punto de partida. Lo que sigue es la comprensión de nuestro sistema de lenguaje y una alternativa para que la cosa funcione. Propongo la Acción Comunicativa.
ACCION COMUNICATIVA[1]
El concepto de Acción Comunicativa, elaborado por Jürgen Habermas, constituye el desarrollo de una idea de razón y un proyecto de cultura racional sobre las estructuras comunicativas del Mundo de la Vida, como salida a la crisis de la modernidad, entendida como crisis del Sujeto. Esto dice Habermas: “mientras la autocomprensión occidental siga concibiendo al hombre como un Ser que en su relación con el mundo se caracteriza por el monopolio que representa su capacidad de salir al encuentro del ente, de conocer y manipular objetos, de hacer enunciados verdaderos y llevar a efecto intenciones, la razón queda restringida a una sola de sus dimensiones.”[2]
Se trata de liberar a la razón de la perspectiva absoluta del individuo y descubrir las posibilidades de actuar sobre la base de consensos provocados por la comunicación libre característica del Mundo de la Vida. Es devolverle al lenguaje su finalidad inmanente del entendimiento intersubjetivo en la comunicación cotidiana. Por eso “El concepto de acción comunicativa presupone el lenguaje como un medio de entendimiento, en que hablantes y oyentes se refieren, desde el horizonte preinterpretado que su mundo de la vida representa, simultáneamente a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, para negociar definiciones de la situación que puedan ser compartidas por todos”[3]
La acción concebida desde el paradigma de la razón monológica es siempre acción instrumental fundada en la racionalidad medio-fin y válida para las operaciones sobre el mundo objetivo; pero cuando se da esta misma relación entre dos Sujetos, la acción se vuelve estratégica porque uno se constituye en un medio para los fines del otro actor. Es decir, en la acción estratégica el otro representa un oponente al que se le ocultan las intenciones y se le dirige a través de un discurso que busca persuadirlo para conseguir que desarrolle una actividad como propia en beneficio de otro. En cambio, desde el paradigma de la razón comunicativa las acciones van siempre orientadas al entendimiento. El lenguaje constituye un medio que sirve para coordinar las acciones de los participantes en una situación. En ese sentido, las relaciones se construyen en un plano de igualdad porque también se pretende que haya transparencia en las intenciones con el fin de llegar a acuerdos con base en el mejor argumento.
De esta manera un acuerdo alcanzado comunicativamente tiene que tener una base racional; es decir, no puede venir impuesto por ninguna de las partes, ya sea instrumentalmente, merced a una intervención directa en la situación de acción o estratégicamente o por medio de un influjo calculado sobre las decisiones de un oponente. El acuerdo auténtico se basa en convicciones comunes.
La coordinación de la acción implica que hablante y oyente conozcan las condiciones bajo las cuales una emisión puede ser tenida como aceptable dentro del proceso comunicativo; por esta razón en la acción comunicativa sólo son determinantes aquellos actos de habla a los que el hablante vincula pretensiones de validez susceptibles de crítica. Es decir, la validez de los actos de habla está en relación directa con algunos de estos tres ámbitos del mundo de la vida según las condiciones del caso: en relación con el mundo objetivo, cuando el hablante explica, expone, enuncia o cuenta algo busca un acuerdo con el oyente sobre la base del reconocimiento de una pretensión de verdad; en relación con el mundo social, cuando el hablante hace un mandato, promesa, nombra a alguien, etc., el acuerdo depende de que los participantes consideren normativamente correcta la acción; y en relación con el mundo subjetivo, cuando el hablante expresa una vivencia, revela o confiesa algo, el acuerdo se da en el reconocimiento de la veracidad.
El reconocimiento de las pretensiones de validez, que cada acto de habla entraña, proporciona al oyente la posibilidad de tomar postura con un sí o con un no según el contexto de la situación. En este sentido, la Acción Comunicativa propende por la solución de problemas de una manera racional, acercándose a la comprensión del punto de vista de los otros y asumiendo el propósito de llegar a acuerdos.
[1] Basado
en mi monografía de grado “De la
teoría de la Acción a la Acción Pedagógica” de la Especialización en Docencia
Universitaria. UIS, 1997.
[2]
HABERMAS, Jürgen. Teoría de la acción comunicativa. Madrid: Taurus, 1988. Tomo
I.
[3]
HABERMAS, Jürgen. Op. Cit.
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