jueves, 3 de abril de 2025

Recomendaciones para la Implementación de la Acción Comunicativa en la Gestión Social: Para empresas y Consorcios ejecutores de proyectos

 Las empresas y Consorcios responsables de la ejecución de proyectos de Infraestructura vial, minería e hidrocarburos juegan un papel fundamental en la implementación de enfoques de gestión social basados en la acción comunicativa. Para estas entidades, se recomiendan las siguientes acciones:

Integrar la gestión social en la planificación estratégica del proyecto desde sus etapas iniciales, asegurando que las consideraciones sociales no sean un añadido posterior sino un componente central que influye en decisiones técnicas, económicas y operativas. Esto implica involucrar a especialistas en gestión social en los equipos de diseño y planificación, establecer objetivos y metas sociales con el mismo nivel de importancia que los técnicos y financieros, y asignar recursos adecuados para implementar estrategias efectivas de relacionamiento comunitario.

 

Desarrollar capacidades internas en acción comunicativa y gestión social, tanto a nivel directivo como operativo. Esto incluye sensibilizar a todo el personal sobre la importancia del diálogo y la participación comunitaria, formar equipos especializados con habilidades en facilitación, mediación, investigación participativa y comunicación intercultural, y establecer incentivos que premien el desempeño en dimensiones sociales y no solo técnicas o económicas. La capacitación debe ser continua y adaptarse a los desafíos específicos que surgen en diferentes contextos y momentos del ciclo de proyecto.

 

Establecer políticas y procedimientos claros que orienten la gestión social bajo principios de acción comunicativa. Estas directrices deben abordar aspectos como la identificación y mapeo de actores, los mecanismos de participación y consulta, los protocolos de comunicación, los sistemas de atención de quejas y reclamos, y los procesos de monitoreo y evaluación participativa. Es importante que estas políticas sean conocidas y comprendidas por todo el personal relevante, y que se revisen y actualicen periódicamente a partir de los aprendizajes generados en la práctica.

 

Promover una cultura organizacional que valore el diálogo, la transparencia y el respeto por la diversidad cultural. Esto implica modelar estos valores desde los niveles directivos, reconocer y premiar comportamientos coherentes con ellos, y crear espacios de reflexión donde el personal pueda analizar críticamente sus propias prácticas y supuestos. Es fundamental superar visiones paternalistas o instrumentales de la relación con las comunidades, reconociéndolas como interlocutores legítimos con conocimientos, capacidades y derechos que deben respetarse.

 

Establecer alianzas estratégicas con otros actores que puedan complementar capacidades y recursos para una gestión social más efectiva. Esto incluye colaboraciones con organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas, entidades gubernamentales y otras empresas del sector, buscando sinergias que potencien el impacto positivo de las intervenciones. Estas alianzas deben fundamentarse en objetivos compartidos, roles claramente definidos y mecanismos efectivos de coordinación y comunicación.

 

Implementar sistemas de gestión del conocimiento que permitan capitalizar aprendizajes y buenas prácticas en gestión social. Esto implica documentar sistemáticamente experiencias, lecciones aprendidas y conocimientos generados, crear mecanismos para compartirlos dentro y fuera de la organización, y utilizarlos para mejorar continuamente las prácticas. Es importante que estos sistemas integren tanto conocimientos técnicos como saberes locales y comunitarios, reconociendo el valor de diferentes formas de conocer y comprender la realidad.

 

Adoptar estándares internacionales y mejores prácticas en gestión social, adaptándolos a las particularidades de cada contexto. Marcos como los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de la ONU, los Estándares de Desempeño de la Corporación Financiera Internacional, o las directrices de la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas, proporcionan orientaciones valiosas que pueden complementar las políticas y procedimientos internos. Es importante que la adopción de estos estándares no sea meramente formal, sino que se traduzca en cambios efectivos en las prácticas cotidianas.

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