Las empresas y Consorcios responsables de la ejecución de proyectos de Infraestructura vial, minería e hidrocarburos juegan un papel fundamental en la implementación de enfoques de gestión social basados en la acción comunicativa. Para estas entidades, se recomiendan las siguientes acciones:
Integrar la gestión social en la planificación estratégica del proyecto desde sus etapas iniciales, asegurando que las consideraciones sociales no sean un añadido posterior sino un componente central que influye en decisiones técnicas, económicas y operativas. Esto implica involucrar a especialistas en gestión social en los equipos de diseño y planificación, establecer objetivos y metas sociales con el mismo nivel de importancia que los técnicos y financieros, y asignar recursos adecuados para implementar estrategias efectivas de relacionamiento comunitario.
Desarrollar capacidades internas en acción comunicativa y gestión social,
tanto a nivel directivo como operativo. Esto incluye sensibilizar a todo el
personal sobre la importancia del diálogo y la participación comunitaria,
formar equipos especializados con habilidades en facilitación, mediación,
investigación participativa y comunicación intercultural, y establecer
incentivos que premien el desempeño en dimensiones sociales y no solo técnicas o económicas. La capacitación debe ser continua
y adaptarse a los desafíos específicos que surgen en diferentes contextos
y momentos del ciclo de proyecto.
Establecer políticas
y procedimientos claros que orienten
la gestión social bajo
principios de acción comunicativa. Estas
directrices deben abordar
aspectos como la identificación y mapeo de actores, los mecanismos de participación y consulta, los protocolos de comunicación, los sistemas de atención de quejas y reclamos, y los
procesos de monitoreo y evaluación participativa. Es importante que estas políticas sean conocidas y comprendidas
por todo el personal relevante, y que se revisen y actualicen periódicamente a partir de los aprendizajes generados en la práctica.
Promover una cultura
organizacional que valore
el diálogo, la transparencia y el respeto por la diversidad cultural. Esto
implica modelar estos valores desde los niveles directivos, reconocer
y premiar comportamientos coherentes con ellos, y crear espacios
de reflexión donde el personal pueda analizar críticamente sus propias
prácticas y supuestos. Es fundamental superar visiones paternalistas o
instrumentales de la relación con las comunidades, reconociéndolas como
interlocutores legítimos con conocimientos, capacidades y derechos que deben
respetarse.
Establecer alianzas estratégicas con otros actores que puedan
complementar capacidades y recursos
para una gestión
social más efectiva. Esto incluye
colaboraciones con organizaciones de la sociedad civil, instituciones
académicas, entidades gubernamentales y otras empresas del sector, buscando
sinergias que potencien el impacto positivo de las intervenciones. Estas
alianzas deben fundamentarse en objetivos compartidos, roles claramente
definidos y mecanismos efectivos de coordinación y comunicación.
Implementar sistemas de gestión del conocimiento que permitan capitalizar aprendizajes
y buenas prácticas en gestión social. Esto implica documentar sistemáticamente experiencias, lecciones aprendidas y conocimientos generados, crear mecanismos para compartirlos dentro y fuera de la organización, y utilizarlos para mejorar continuamente las prácticas. Es importante que estos sistemas
integren tanto conocimientos técnicos
como saberes locales
y comunitarios, reconociendo el valor de diferentes formas
de conocer y comprender la realidad.
Adoptar estándares internacionales y mejores
prácticas en gestión
social, adaptándolos a las
particularidades de cada contexto. Marcos como los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de la ONU, los
Estándares de Desempeño de la Corporación
Financiera Internacional, o las directrices de la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas, proporcionan orientaciones valiosas que pueden complementar las políticas y procedimientos internos. Es importante que la adopción de estos
estándares no sea meramente formal, sino que se traduzca en cambios efectivos en las prácticas cotidianas.
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