Sin duda la lucha de las mujeres y los grupos progresistas de la sociedad, por la equidad de género y el desarrollo de acciones con perspectiva de género ha abierto algunas puertas y oportunidades que les han permitido a las mujeres acceder a espacios que otrora estaban destinados exclusivamente al género masculino.
Sin embargo, la posibilidad de que las mujeres logren ocupar espacios y estar en situaciones donde su quehacer tenga una incidencia sobre una comunidad o grupo social, lleva consigo la esperanza de que su proceder sea sustancialmente diferente a la manera en que proceden los hombres, pues no se trata de tener una mujer haciendo un trabajo de hombre, sino de una mujer haciendo un trabajo como mujer. Esto significa que los benefactores esperan que lo femenino tenga su toque especial en la manera de administrar, ejecutar y resolver los problemas que enfrenta.
La sociedad moderna descubrió en la mano de obra femenina cierta capacidad organizativa y gerencial superior a la de los hombres, pero esta cualidad puesta al servicio de un modelo económico que ahonda las desigualdades sociales solo profundiza las crisis y termina constituyéndose en un factor más de violencia estructural.
Hoy, nuestro panorama político y el balance político-administrativo de nuestros municipios nos sugieren la inminencia de hacer cambios profundos en la manera de administrar el municipio y la región. Quizá sea el tiempo de que las mujeres ocupen los espacios donde se toman las decisiones que nos afectan a todos. Sin embargo, esperamos mujeres que desde la racionalidad femenina forjen el aporte sustancial que la sociedad democrática requiere, mujeres que expresen en su actuar el valor agregado que da la femineidad, el toque familiar que da la sensibilidad y la contundencia en las decisiones que se toman con rectitud y sabiduría.
Es bueno que los habitantes de Bucaramanga y el área metropolitana contemos con un abanico de mujeres con opción de llegar al primer cargo del municipio. Es bueno que los ciudadanos asumamos la tarea de estudiar las propuestas que tienen estas mujeres, valorarlas y decidir con conciencia sobre lo que más nos conviene. Quizá sea el momento de dar un giro en el devenir de nuestra política local y dar al municipio la oportunidad de estar gobernados con aroma de mujer.
Sin embargo, la posibilidad de que las mujeres logren ocupar espacios y estar en situaciones donde su quehacer tenga una incidencia sobre una comunidad o grupo social, lleva consigo la esperanza de que su proceder sea sustancialmente diferente a la manera en que proceden los hombres, pues no se trata de tener una mujer haciendo un trabajo de hombre, sino de una mujer haciendo un trabajo como mujer. Esto significa que los benefactores esperan que lo femenino tenga su toque especial en la manera de administrar, ejecutar y resolver los problemas que enfrenta.
La sociedad moderna descubrió en la mano de obra femenina cierta capacidad organizativa y gerencial superior a la de los hombres, pero esta cualidad puesta al servicio de un modelo económico que ahonda las desigualdades sociales solo profundiza las crisis y termina constituyéndose en un factor más de violencia estructural.
Hoy, nuestro panorama político y el balance político-administrativo de nuestros municipios nos sugieren la inminencia de hacer cambios profundos en la manera de administrar el municipio y la región. Quizá sea el tiempo de que las mujeres ocupen los espacios donde se toman las decisiones que nos afectan a todos. Sin embargo, esperamos mujeres que desde la racionalidad femenina forjen el aporte sustancial que la sociedad democrática requiere, mujeres que expresen en su actuar el valor agregado que da la femineidad, el toque familiar que da la sensibilidad y la contundencia en las decisiones que se toman con rectitud y sabiduría.
Es bueno que los habitantes de Bucaramanga y el área metropolitana contemos con un abanico de mujeres con opción de llegar al primer cargo del municipio. Es bueno que los ciudadanos asumamos la tarea de estudiar las propuestas que tienen estas mujeres, valorarlas y decidir con conciencia sobre lo que más nos conviene. Quizá sea el momento de dar un giro en el devenir de nuestra política local y dar al municipio la oportunidad de estar gobernados con aroma de mujer.
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