viernes, 17 de septiembre de 2010

CON LA PATA PELA

Cumplido el primer mes de gobierno, el Presidente Santos ha recibido elogios de todos los sectores por su acertada conformación del gabinete ministerial, el manejo que le ha dado las relaciones internacionales, especialmente con Venezuela y Ecuador, la relación con las altas cortes y el congreso, la ley de tierras, entre otros.

Para despertar a este “nuevo amanecer” de la Unidad Nacional y lograr la “Prosperidad Democrática” el gobierno ha propuesto estimular la economía con cinco locomotoras: vivienda, infraestructura, minería, agricultura e innovación. Sin embargo, parece que aquel sector que ha sido vital para ese mundo desarrollado al que nuestros gobernantes nos quieren transportar, ha quedado excluido de las prioridades del gobierno: la educación. Pues la superación de la pobreza y la convivencia pacífica no son simplemente el resultado de una ecuación econométrica, sino un entramado complejo donde la educación es piedra angular.

Tenemos un sistema educativo con altas tasas de cobertura en la educación básica, pero con grandes porcentajes de abandono escolar entre la básica y la media y, lo peor de todo, con una calidad bastante deficiente, no solo por lo que se mide con estándares internacionales sino por lo que el mismo ICFES evalúa en las pruebas SABER, según las cuales tenemos un promedio nacional donde más del cincuenta por ciento de los niños está por debajo de un nivel de desempeño satisfactorio.

Según estas pruebas, realizadas en 2009, en el área de lenguaje de quinto gado el 18% está en el nivel insuficiente (o sea que no supera las preguntas de menor complejidad de la prueba) y el 42% en el mínimo (que muestra un desempeño mínimo en las competencias exigibles para el área y grado evaluado), solo el 29% alcanza el nivel satisfactorio y 11% el avanzado. En el área de matemáticas para ese mismo grado el 35% está en el nivel insuficiente, el 32% en el mínimo y solo el 21% llega al nivel satisfactorio y 12% al avanzado.

En el grado noveno las cosas no son mejores, en el lenguaje el 15% está en el nivel insuficiente, 43% en el mínimo, 38% en satisfactorio y solo el 5% en avanzado; en el área de matemáticas el 20% está en insuficiente, 54% en el mínimo, solo el 22% en el satisfactorio y 4% en el avanzado.

Es muy difícil abrir los caminos del desarrollo estando por debajo de nuestros propios estándares, haciendo de nuestro sistema educativo algo mediocre y al que no se le presta demasiada atención, pues al gobierno de la “prosperidad democrática” no le alcanzaron las locomotoras para impulsar la educación, ni siquiera le han dado un “Renault Cuatro” o tan solo una bicicleta o una patineta. Así pues, en los próximos cuatro u ocho años tendremos que seguir resignados a que la educación sea la cenicienta del engranaje social y que nuestros docentes, investigadores y científicos saquen adelante este sector vital de la sociedad con su propio esfuerzo, a pie descalzo o como dicen en la costa con la pata pelá.

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