Recuerdo que cuando el Presidente de Colombia, Alvaro Uribe Vélez, sufrió de la gripe A(H1N1) solo pasaron cuatro (4) días para que se recuperara. Cuando mi hermano, Alberto Vecino Pico, modesto empleado de la DIAN, sufrió de la gripa A (H1N1) solo pasaron cuatro (4) días para que se produjera su muerte. Es claro que al Presidente no lo atendieron siguiendo los protocolos que establece el sistema de salud regulado por la ley 100 de 1993, esa misma de la que fue ponente el entonces Senador de la República Alvaro Uribe Vélez. Sin duda el Presidente fue atendido siguiendo los protocolos de la emergencia médica. Mi hermano, como millones de colombianos fue atendido según los protocolos (o restricciones) que impone el Sistema de Salud y según los lineamientos que establecían los patrones de la EPS. Curiosamente la EPS a la que estuvo afiliado mi hermano, repito como millones de colombianos, fue precisamente SALUDCOOP, símbolo de la corrupción en el sistema de salud hoy.
Desde que se promulgó la famosa ley 100 que reformó el sistema de salud, todo el mundo sabía que ella no solo iba en detrimento de la profesión médica sino en contra de los pacientes y a favor de las Empresas Promotoras de Salud, pues el enfoque de la salud es desde la perspectiva del negocio y no desde el cuidado de la vida y la prevención de la enfermedad. Y aunque estos temas se han discutido y denunciado en miles de foros, conversatorios, paneles, conferencias, textos, ensayos, artículos de prensa, programas de radio, televisión e internet; y aunque miles de Colombianos han muerto y otros se han quejado e interpuesto millones de acciones de tutela, aun así el negocio sigue siendo muy lucrativo y prospero para políticos corruptos que han hecho su agosto amasando grandes fortunas a costa de la vida de los más pobres y de la clase media.
Por qué pasa esto? Quizá porque a pesar de la muy cacareada “verraquera” de los colombianos, en realidad somos un pueblo envalentonado solo en el espacio que va de la sala al comedor, allí todo el mundo denuncia los atropellos y plantea soluciones; pero en la calle somos simples borregos: un pueblo temeroso y asustadizo. Pero también pasa porque tenemos un Estado Cínico que obliga a sus ciudadanos a hacer aportes a un sistema de salud corrupto que en vez de mantener la vida, ahonda la enfermedad y causa la muerte de inocentes.
Estado cínico en el que, cuando se ha develado la corrupción en el Sistema de Salud, no precisamente por las entidades de control del Estado, salen sus expresidentes y congresistas a rasgarse las vestiduras y a denunciar lo que todos saben, pero no a proponer soluciones de fondo.
¿Qué pasará con los dueños y accionistas de estas EPS? ¿De qué manera van a pagar la muerte de miles o millones de colombianos que se produjeron por la corrupción de las EPS?¿Qué pasará con los políticos que auspiciaron y promovieron estas entidades? ¿Qué pasara con los políticos que se hicieron los de la vista gorda con todo lo que estaba pasando? ¿Por qué el Estado sigue empeñado en mantener este sistema de salud y los ciudadanos empeñados en hacernos los locos?
Desde que se promulgó la famosa ley 100 que reformó el sistema de salud, todo el mundo sabía que ella no solo iba en detrimento de la profesión médica sino en contra de los pacientes y a favor de las Empresas Promotoras de Salud, pues el enfoque de la salud es desde la perspectiva del negocio y no desde el cuidado de la vida y la prevención de la enfermedad. Y aunque estos temas se han discutido y denunciado en miles de foros, conversatorios, paneles, conferencias, textos, ensayos, artículos de prensa, programas de radio, televisión e internet; y aunque miles de Colombianos han muerto y otros se han quejado e interpuesto millones de acciones de tutela, aun así el negocio sigue siendo muy lucrativo y prospero para políticos corruptos que han hecho su agosto amasando grandes fortunas a costa de la vida de los más pobres y de la clase media.
Por qué pasa esto? Quizá porque a pesar de la muy cacareada “verraquera” de los colombianos, en realidad somos un pueblo envalentonado solo en el espacio que va de la sala al comedor, allí todo el mundo denuncia los atropellos y plantea soluciones; pero en la calle somos simples borregos: un pueblo temeroso y asustadizo. Pero también pasa porque tenemos un Estado Cínico que obliga a sus ciudadanos a hacer aportes a un sistema de salud corrupto que en vez de mantener la vida, ahonda la enfermedad y causa la muerte de inocentes.
Estado cínico en el que, cuando se ha develado la corrupción en el Sistema de Salud, no precisamente por las entidades de control del Estado, salen sus expresidentes y congresistas a rasgarse las vestiduras y a denunciar lo que todos saben, pero no a proponer soluciones de fondo.
¿Qué pasará con los dueños y accionistas de estas EPS? ¿De qué manera van a pagar la muerte de miles o millones de colombianos que se produjeron por la corrupción de las EPS?¿Qué pasará con los políticos que auspiciaron y promovieron estas entidades? ¿Qué pasara con los políticos que se hicieron los de la vista gorda con todo lo que estaba pasando? ¿Por qué el Estado sigue empeñado en mantener este sistema de salud y los ciudadanos empeñados en hacernos los locos?
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