UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD
Uno de los temas de mayor preocupación, en los últimos años, es la deserción universitaria; más aun cuando algunos estudios señalan que ésta supera el 50%, es decir que de cada dos personas que ingresan a la Universidad sólo una termina su carrera.
Entre los motivos señalados por quienes abandonan sus estudios universitarios se habla de lo económico como principal causa, los altos costos de matricula, libros y sostenimiento se hacen inalcanzables en una sociedad cada vez más empobrecida; como segunda causa se tiene el rendimiento académico, muy relacionada con la primera y con una tercera que es la poca preparación (potencial académico muy bajo); adicionalmente también se habla de otras causas personales como el cambio de estado civil, el traslado de residencia, situaciones de salud, entre otras.
Ante esta situación el Ministerio de educación y las universidades han venido desarrollando estrategias para frenar la deserción: créditos educativos, descuentos, becas; asistencia y acompañamiento a quienes tienen bajo rendimiento; servicios sociales, de salud, etc.
Sin embargo, en una reflexión que va más allá de la preocupante situación estadística, y que tiene que ver con el tipo de ciudadano que formamos y el de sociedad y Nación que queremos.
Lo primera reflexión nos conduce a la pregunta por el modelo pedagógico. Desde hace varios años se ha venido discutiendo la relación que debe existir entre Universidad y Sociedad. Se han hecho pronunciamientos por la necesidad de una universidad de cara a los problemas de la región, construyendo conocimientos que aporten a la transformación y solución de los diversos problemas que afectan su contexto. Por otro lado también se ha expuesto la necesidad de que los gobernantes locales y regionales acudan a la academia para trabajar mancomunadamente en la construcción de políticas públicas que permitan un desarrollo social sostenible. Aunque el discurso actual de la academia reafirma la necesidad de construir conocimientos útiles al desarrollo social, lo cierto es que el modelo pedagógico sigue anclado a una idea de aprendizaje acumulativo y teórico; esto se evidencia en el gran número de trabajos de grado, a nivel de pregrado y postgrado, archivados en las bibliotecas donde solo su autor o los estudiantes enviados por él mismo, son los beneficiarios de este esfuerzo. Quizá en este aspecto la Universidad aun no logra desprenderse de esa vanidad intelectual moderna, que le llevo a su propia crisis, de desarrollar una ciencia para resolverle los problemas a la misma ciencia, es decir la creación de cuerpos teóricos desprendidos totalmente de su fuente de origen: el mundo de la vida cotidiana.
También esta la pregunta por el tipo de persona que la universidad forma. Nuestras universidades hacen profesionales, es decir capacitan personas para que puedan resolver problemas desde un área del conocimiento, sin embargo, con excepción de algunas, la mayoría no FORMA, no deja una huella impresa en el egresado que haga de éste además de un buen profesional, un buen padre o madre de familia, un buen vecino y buen ciudadano, atento a los asuntos de interés público, cumpliendo deberes y atento al reclamo de derechos.
Por otro lado, pareciera que existe un desfase social entre el mundo que vive la universidad y el mundo social de sus estudiantes. Vivimos en tiempos de globalización y neoliberalismo y no se ve cómo la Universidad prepara a sus futuros egresados para sobrevivir profesionalmente en ese mundo, o proponer alternativas. Es increíble ver a los egresados de hoy afrontar el mundo de la misma manera en que lo hacia un recién graduado de hace treinta años cuando la sociedad se gobernaba desde un modelo socio-económico fundado la idea de un Estado proteccionista.
En relación con el aspecto social, es claro que la idea de recibirse como profesional tiene en nuestra sociedad un significado de ascenso en la estructura social (doctor se le llama a los profesionales). Sin embargo esta idea ha venido decayendo pues son muchos los profesionales desempleados, o con ingresos mediocres (por lo que ya se dijo del modelo pedagógico), y no resulta atractivo dedicar cinco años de esfuerzos para estar peor que aquellos que prefirieron arriesgarse a tener un negocio propio. Desde hace años, (con el auge marimbero y cocalero, la corrupción política y la impunidad), en la sociedad colombiana se afianzó la idea del menor esfuerzo, el ascenso social por “ascensor” evitando las “escaleras”. Los colombianos hemos consentido un modelo de vida fácil donde lo que vale es la idea “del que más corra”; situaciones ante las que una persona de bajos ingresos o clase media que con mucho esfuerzo logra obtener su titulo profesional, se encuentra en franca desventaja por las pocas oportunidades y posibilidades que la misma sociedad le ofrece.
Ante esta situación surge la pregunta: Cuál es la propuesta de desarrollo Humano que ofrece la Universidad y el sistema educativo en general? Seguimos alimentando la hegemonía del individualismo egocéntrico que emana del paradigma técnico-científico (donde la idea del desarrollo esta asociada exclusivamente al crecimiento económico) o realmente los modelos sistémicos y complejos si tienen una oferta que contribuye a la transformación social en pro del desarrollo y la construcción de un modelo solidario de desarrollo regional y de Nación.
ALVARO VECINO PICO
Sociólogo
alvecip@yahoo.es
Uno de los temas de mayor preocupación, en los últimos años, es la deserción universitaria; más aun cuando algunos estudios señalan que ésta supera el 50%, es decir que de cada dos personas que ingresan a la Universidad sólo una termina su carrera.
Entre los motivos señalados por quienes abandonan sus estudios universitarios se habla de lo económico como principal causa, los altos costos de matricula, libros y sostenimiento se hacen inalcanzables en una sociedad cada vez más empobrecida; como segunda causa se tiene el rendimiento académico, muy relacionada con la primera y con una tercera que es la poca preparación (potencial académico muy bajo); adicionalmente también se habla de otras causas personales como el cambio de estado civil, el traslado de residencia, situaciones de salud, entre otras.
Ante esta situación el Ministerio de educación y las universidades han venido desarrollando estrategias para frenar la deserción: créditos educativos, descuentos, becas; asistencia y acompañamiento a quienes tienen bajo rendimiento; servicios sociales, de salud, etc.
Sin embargo, en una reflexión que va más allá de la preocupante situación estadística, y que tiene que ver con el tipo de ciudadano que formamos y el de sociedad y Nación que queremos.
Lo primera reflexión nos conduce a la pregunta por el modelo pedagógico. Desde hace varios años se ha venido discutiendo la relación que debe existir entre Universidad y Sociedad. Se han hecho pronunciamientos por la necesidad de una universidad de cara a los problemas de la región, construyendo conocimientos que aporten a la transformación y solución de los diversos problemas que afectan su contexto. Por otro lado también se ha expuesto la necesidad de que los gobernantes locales y regionales acudan a la academia para trabajar mancomunadamente en la construcción de políticas públicas que permitan un desarrollo social sostenible. Aunque el discurso actual de la academia reafirma la necesidad de construir conocimientos útiles al desarrollo social, lo cierto es que el modelo pedagógico sigue anclado a una idea de aprendizaje acumulativo y teórico; esto se evidencia en el gran número de trabajos de grado, a nivel de pregrado y postgrado, archivados en las bibliotecas donde solo su autor o los estudiantes enviados por él mismo, son los beneficiarios de este esfuerzo. Quizá en este aspecto la Universidad aun no logra desprenderse de esa vanidad intelectual moderna, que le llevo a su propia crisis, de desarrollar una ciencia para resolverle los problemas a la misma ciencia, es decir la creación de cuerpos teóricos desprendidos totalmente de su fuente de origen: el mundo de la vida cotidiana.
También esta la pregunta por el tipo de persona que la universidad forma. Nuestras universidades hacen profesionales, es decir capacitan personas para que puedan resolver problemas desde un área del conocimiento, sin embargo, con excepción de algunas, la mayoría no FORMA, no deja una huella impresa en el egresado que haga de éste además de un buen profesional, un buen padre o madre de familia, un buen vecino y buen ciudadano, atento a los asuntos de interés público, cumpliendo deberes y atento al reclamo de derechos.
Por otro lado, pareciera que existe un desfase social entre el mundo que vive la universidad y el mundo social de sus estudiantes. Vivimos en tiempos de globalización y neoliberalismo y no se ve cómo la Universidad prepara a sus futuros egresados para sobrevivir profesionalmente en ese mundo, o proponer alternativas. Es increíble ver a los egresados de hoy afrontar el mundo de la misma manera en que lo hacia un recién graduado de hace treinta años cuando la sociedad se gobernaba desde un modelo socio-económico fundado la idea de un Estado proteccionista.
En relación con el aspecto social, es claro que la idea de recibirse como profesional tiene en nuestra sociedad un significado de ascenso en la estructura social (doctor se le llama a los profesionales). Sin embargo esta idea ha venido decayendo pues son muchos los profesionales desempleados, o con ingresos mediocres (por lo que ya se dijo del modelo pedagógico), y no resulta atractivo dedicar cinco años de esfuerzos para estar peor que aquellos que prefirieron arriesgarse a tener un negocio propio. Desde hace años, (con el auge marimbero y cocalero, la corrupción política y la impunidad), en la sociedad colombiana se afianzó la idea del menor esfuerzo, el ascenso social por “ascensor” evitando las “escaleras”. Los colombianos hemos consentido un modelo de vida fácil donde lo que vale es la idea “del que más corra”; situaciones ante las que una persona de bajos ingresos o clase media que con mucho esfuerzo logra obtener su titulo profesional, se encuentra en franca desventaja por las pocas oportunidades y posibilidades que la misma sociedad le ofrece.
Ante esta situación surge la pregunta: Cuál es la propuesta de desarrollo Humano que ofrece la Universidad y el sistema educativo en general? Seguimos alimentando la hegemonía del individualismo egocéntrico que emana del paradigma técnico-científico (donde la idea del desarrollo esta asociada exclusivamente al crecimiento económico) o realmente los modelos sistémicos y complejos si tienen una oferta que contribuye a la transformación social en pro del desarrollo y la construcción de un modelo solidario de desarrollo regional y de Nación.
ALVARO VECINO PICO
Sociólogo
alvecip@yahoo.es
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