viernes, 30 de marzo de 2007

VERONICA

En el camino de la cruz hay mucha gente. Algunos están allí porque son los protagonistas de lo que acontece: Jesús, los dos ladrones, los soldados, los contradictores; también están los amigos y simpatizantes, silenciados por temor: los apóstoles, su madre, amigos y amigas; también están los curiosos que no saben bien qué está pasando pero se quedan a mirar entre el asombro y la indiferencia, pronto seguirán con sus vidas.

En medio de todos sobresale una joven que se acerca a Jesús y limpia su rostro, el rostro de Jesús queda impreso en la tela. Verónica es una mujer joven, noble, sincera, trabajadora, emprendedora, arriesgada y dispuesta a colaborar en lo que se requiera.

Verónica es como cualquier mujer santandereana: hija, esposa, hermana, madre, amiga, trabajadora, estudiante. Mujeres que llevan consigo el peso de una cultura machista, de la indiferencia y de la guerra; mujeres que se abren paso ante la adversidad, como Verónica en medio de los soldados, para solidarizarse con el otro, (sus hijos, su esposo, su prójimo), para limpiar el rostro de Jesús.

Verónica es la mujer que enfrenta la soledad que deja a su paso la tempestad de la violencia cuando llega de frente a nuestros pueblos, barrios y comunidades, arrasando con la vida, el honor y la dignidad de las personas. Mujeres con gritos de dolor que se ahogan en sus gargantas y la mirada perdida en el punto de quiebre que se abre en el horizonte donde fracasa la razón y aflora la locura.

Verónica es la mujer que calladamente, hacendosa y cariñosa, ha sido la piedra angular de la fuerte estructura moral que, a pesar de la fragilidad de las estructuras sociales y del cinismo del sistema político, no permite el desmoronamiento de aquella esperanza profunda de que las cosas pueden mejorar.

Verónica es la mujer que esta ahí, sin que lo noten, y de repente se abre paso entre la multitud para dar salida a su intuición, su emoción y su razón. Hoy vemos a muchas Verónicas en nuestra sociedad y requerimos de muchas más en la academia, la empresa y sobre todo en la política, es decir en el escenario donde se trabaja por la búsqueda del bienestar colectivo.

Así como Verónica limpia el rostro de Jesús, necesitamos limpiar el rostro de nuestras vidas, alejar el maltrato y la violencia de nuestras casas, de nuestro vecindario y sobre todo de nuestra sociedad. Necesitamos limpiar las injusticias, la desigualdad, la desnutrición, el desempleo, la inequidad…

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