domingo, 8 de abril de 2007

CIRINEO

Iba de camino a casa cuando es sorprendido por un soldado para que ayude a cargar la cruz. Simón de Cirene tarda un tiempo en comprender y cuando lo hace resuelve ayudar a quien pasa más trabajo que él.

Una cruz pesada cargamos los colombianos, la cruz de la violencia. Pero no es solo la violencia armada que desplaza, mutila y aniquila, también es la violencia sobre las mujeres y los niños, la violencia de la intolerancia y la violencia de la indiferencia, especialmente la del Estado que se concentra en el bien-estar de los pequeños grupos que determinan las cifras del crecimiento económico y se ausenta de las inmensas mayorías que sustentan las condiciones del sub-desarrollo.

Pero los colombianos somos como el Cirineo, nos han puesto a cargar esta pesada cruz y con excesiva generosidad siempre damos a quienes consideramos que están peor que nosotros. Ya sea un desastre natural, una desventura familiar o la ausencia del Estado, ahí estamos para a ayudar.

Ayudar a cargar la cruz es aliviar el dolor del otro y esto no es solo un acto de misericordia sino también un acto de amor desde lo solidario. En la sociedad moderna este amor al otro se expresa de diversas maneras, según el contexto y la situación; expresamos nuestro amor al prójimo en la relación cercana, con la familia, los amigos y los vecinos pero también es posible en las relaciones sociales, en el cuidado de lo que es de todos: lo público.

Cuidar lo público es aliviar la carga de los más pobres que son quienes más perjudicados se ven a la hora de hacer el balance de la corrupción. Es en los sectores más pobres donde más se buscan votos en unas elecciones pero siguen siendo cada vez más pobres, olvidados por el funcionario que alguna vez les prometió y sufriendo los embates de la corrupción que no les permite tener una educación de calidad, un buen sistema de salud, calles seguras, niños bien nutridos, parques, vivienda digna, etc.

Entonces, ¿cuál es la cruz que debemos cargar para que llegue la justicia y mejore nuestra condición de vida?, es la reflexión que podemos hacer en esta Semana Santa. Podemos cargar la cruz de la indiferencia y la conveniencia individual y seguir una vida de tormentos escuchando promesas cada cuatro años o podemos cargar la cruz de la Participación y hacer el camino más llevadero para todos.

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