El voto es esencialmente un acto de comunicación entre los ciudadanos y los candidatos a algún cargo o corporación pública.
A través del Voto el Ciudadano expresa cuál es la persona que él considera más idónea para conducir los destinos del Municipio, Departamento o Nación, por sus propuestas, carisma o aptitudes. Claro que también puede enviar un mensaje de insatisfacción votando en Blanco, lo que demostraría un alto nivel de conciencia ciudadana, de autonomía y solidaridad.
Entendido el voto como acto comunicativo –aclarando que una verdadera comunicación se da, al menos, entre dos participantes y es de doble vía, en este caso entre candidato y elector- implica responsabilidades para cada una de las partes. Por un lado el candidato debe partir de la premisa de que su interlocutor es una persona inteligente, capaz de entender lo que él dice; por eso no puede limitar su propuesta a los enunciados universales ni a las formulitas milagrosas ni decirle al ciudadano lo que tiene que hacer.
Por su parte el ciudadano, como participe de este proceso de comunicación, debe escuchar atentamente las propuestas y, al darse por entendido, tomar postura expresando su acuerdo o desacuerdo y en consecuencia actuando, es decir votando por aquel que lo ha convencido con sus argumentos o votando en blanco si considera que ninguno resuelve sus inquietudes.
En este proceso de comunicación la responsabilidad más grande la tiene el ciudadano que elige, pues la decisión que tome tendrá un efecto inmediato durante los próximos cuatro años. He ahí la importancia de escuchar, entender y actuar (votar). De poco sirve solo escuchar y entender si no se actúa.
En este caso la indiferencia solo beneficia a aquellos para quienes la política es un negocio particular a costa del bienestar de los otros y en detrimento de esos otros -los más pobres.
Quizá por esto es que a la mayoría de políticos no les interesa ser claro en sus propuestas y tradicionalmente tratan a los electores como animales de granja (se cuenta el número de votos, que cada uno “posee” como quien cuenta cabezas de ganado).
Ser indiferente en la política es manifestar el conformismo con lo que se tiene, es dejar constancia que las cosas están bien como van y afectar a nuestro prójimo por la pereza de no actuar ni pensar en el bienestar general.
1 comentario:
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