viernes, 22 de junio de 2007

EL EFECTO MARIPOSA

“el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. 

Son muchísimas personas a las que el acontecer político les importa un pepino. Su vida ha transcurrido en una pequeña burbuja donde nunca les ha faltado nada, han estudiado en “buenos colegios", han hecho una carrera con algún esfuerzo económico, han logrado ubicarse en una empresa con un salario modesto pero suficiente para cubrir las necesidades básicas, tener un carro económico y pagar la cuota de un apartamento. Entonces dicen muy tranquilos: ¿Qué importa la política si no tiene nada que ver conmigo?; mi puesto no depende de ningún político”; “Todos los políticos son iguales, siempre se roban la plata” –en consecuencia- “a mi no me importa quien conduzca los destinos de éste País (ciudad o región), yo pago impuestos y ellos verán si se los roban” y lo dicen con el orgullo del ignorante que se cree en la cresta de la sabiduríaLamentablemente estas personas no comprenden que la sociedad es un tejido y que lo que pasa en la cima de la pirámide social se siente en la base y viceversa.

La indiferencia de casi la mitad de colombianos(as) habilitados para votar sólo beneficia a quienes viven de la corrupción, pues esta actitud es una autorización (un cheque en blanco) para que el político de turno robe, chantajee y burle a los ciudadanos, pues nadie le va a recriminar; pero lo peor de todo, es que esta indiferencia la sufren más las comunidades de base, aquellos que están en situación de desplazamiento, los marginados, los que cada día se levantan con la esperanza de que hoy sea un mejor día. 

Esa indiferencia de los que no votan es un escupitajo en la cara del prójimo que se desgasta pasando hojas de vida, derechos de petición, quejas, reclamos, acciones de tutela, etc., para tener empleo y vivienda digna; para que le pongan el agua, la luz y el gas; para que sus hijos tengan educación y salud; para que les construyan el salón comunal, un parque y un infinito etcétera de necesidades. Bien dicen que la plata que se roban siempre es la de los pobres. 

Ojalá quienes no votan (y tienen esa actitud un tanto déspota) puedan mirar a su alrededor y reconocer en el hermano que está en el semáforo, en la calle intentando "ganarse la vida", en el  mensajero, la secretaria o el chofer, etc., esa victima de su indiferencia, pues aunque ellos digan que la política no los toca, a su lado y en su entorno tienen a alguien que de no ser por la corrupción y las falsas promesas electorales quizá tendrían un mejor nivel de vida. Confundimos solidaridad con caridad y entonces nos conformamos con darle una “ayudita” al necesitado. (Perdemos por todos lados).

Nuestro(a) amigo(a) no votante que ha fundado sus valores en los paradigmas del éxito seguro que pregona la psicología popular posmoderna, no se da cuenta que su indiferencia la sufre él mismo, pues cada día ningún sueldo le alcanza, tiene menos lugares donde pasear, comprar o descansar; la educación es de menor calidad, las calles están más feas, el espacio público atiborrado de la informalidad y la inseguridad, mas un gran número de situaciones que desmejoran nuestras condiciones de vida porque no ejercemos nuestro rol de ciudadanos desde lo básico: votar.

Es claro que en política también existe el efecto mariposa.

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