¿Cuál ha sido el peor voto de su vida?, no es una pregunta de fácil respuesta. En principio la pregunta se refiere a un cuestionamiento personal, partiendo de la base de la autonomía de la persona, es decir de su capacidad de considerarse a si mismo un sujeto libre, con criterios definidos para asumir su responsabilidad en la toma de decisiones.
En tal sentido la respuesta a la pregunta discurre por el tipo de motivación o intencionalidad para votar; en ese sentido el peor voto es aquel que no corresponde a una acción racional autónoma, como por ejemplo: la recomendación, el favor, la colaboración, la venganza, entre otros. Claro que llegar a este punto requiere un alto nivel de ilustración por parte de quien hace la autoevaluación.
También puede darse el caso de que el peor voto de la vida, se deba a causas externas, por presiones burocráticas o amenaza de muerte, en ese caso la persona queda exenta de responsabilidad.
Sin embargo también existe la posibilidad de que el peor voto, no dependa de la acción intencional del votante sino de su propia equivocación como consecuencia del engaño en el que pudo incurrir el candidato en cuestión. Es decir, que el ciudadano se da cuenta, tardíamente, de que el voto depositado por aquel en quien creyó mejor preparado y con la mejor propuesta de gobierno, una vez elegido incumple, por acción u omisión, para lo que se le eligió, o resultó ser un gobernante torpe y de corta visión, incapaz frente al reto asumido, o una persona incompetente o corrupta.
Sabemos que la mentira es a priori y el error a posteriori. Es decir sabemos de antemano cuando estamos mintiendo pero la equivocación es algo que solo sabemos después de ocurridos los acontecimientos.
En el ejercicio democrático partimos del principio de que las personas que presentan sus nombres para cargos de elección popular son honestos en su propuestas, solo ellos saben si nos están mintiendo, los electores solo tenemos el entendimiento para revisar la coherencia y examinar las condiciones de posibilidad de los beneficios que se exponen en las diferentes campañas, aunque el incauto es fácil de seducir en el colorido lenguaje de la retórica y la urgencia manifiesta de la dádiva.
Votar bien es un gran compromiso ciudadano, que se inicia por tomar la decisión de votar y luego de elegir la mejor propuesta, no la que suene más bonita sino la que sea más viable: contextualizada y responsable.
viernes, 28 de septiembre de 2007
EL PEOR VOTO DE SU VIDA
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