Una banda de Rock al ritmo de cientos de jóvenes que entre risas, saltos, y abrazos festejan las canciones que hablan del amor, la paz, y la no violencia, es la prueba más palpable de que vivimos una época que se rebela contra la indiferencia, la exclusión, el olvido y la ignorancia; es la expresión real y concreta de que SI es posible apostarle a la construcción de una CULTURA DE PAZ.
¿Una CULTURA DE PAZ? ¿Acaso vivimos en una cultura de VIOLENCIA? ¿Quién lo dice?, preguntó uno de los jóvenes asistentes al concierto. Pues muchos lo han dicho –respondió otro- pero las palabras no son necesarias, los hechos hablan por sí mismos: desde pequeños se nos enseña que en este mundo los conflictos se resuelven con la fuerza y la violencia; que las mujeres tienen un papel secundario en la familia y la sociedad; que el peso de los golpes y el ruido de las armas es mejor que la fluidez de la palabra y la ternura del afecto; que la competencia es mejor que la solidaridad, que el vivo vive del bobo y que el que pega primero pega dos veces.
- Eso son bobadas, susurró otro joven que llevaba jeans a la cadera (al uso de Cantinflas), acaso nosotros podemos cambiar el mundo? ¡Pero si el mundo somos nosotros! Replicó el otro con algo de enfado, y de repente una fuerza inusitada lo invadió desatando su lengua y comenzó a hablar: cuando en una familia a los hijos se les educa con regaños permanentes, recalcándoles una y otra vez sus errores y defectos, esos niños crecen con una autoestima baja, se creen inferiores a los demás, se vuelven serviles…ah! y después, todo el mundo les pide iniciativa y liderazgo; igualmente cuando un niño recibe golpes e insultos por una travesura, o ve a su padre golpear a su madre, o siempre es corregido con gritos y correa, o amenazado con el coco o el loco, él repetirá esos patrones de crianza con sus hijos y esos con los suyos y así, de generación en generación, la gente se habitúa, el niño crece y siendo adulto tendrá una forma de entender el mundo desde la violencia, el temor y la desconfianza.
- El amigo lo escuchaba atentamente, y sin darse cuenta el auditorio había crecido, a su alrededor se congregaron otros jóvenes y entre ellos surgió una adolescente que aprovechando la pausa tomó la palabra: lo que pasa es que en este país nos hemos acostumbrado a todas las formas de violencia, porque la violencia armada se roba los titulares. Todos los días nos hablan y nos muestran enfrentamientos armados, nos hablan de muertos, secuestros, minas antipersonas, masacres, desplazados…pero solo como cifras frías y lejanas, no nos hablan de los rostros del drama de las victimas, sus familias o los efectos de esa violencia, entonces nos parece que las otras formas de violencia son tolerables: la violencia en las familias, la violencia laboral, las pandillas, la violación de los derechos de los niños, de los ancianos, de la mujer, de los jóvenes…en fin nos han vendido la idea de que la PAZ es solo la ausencia de la guerra
- Y eso no es así… dijo una joven morena, de jeans, cola en el pelo y con una sonrisa tierna: la paz no es solo la ausencia de la guerra ni el esfuerzo por mantener el orden a toda costa. NO, La paz es el esfuerzo y el trabajo por tener espacios para la participación ciudadana, para que todos podamos incidir en el diseño de políticas públicas con justicia social y decidir nuestro futuro; es reconocer nuestra condición de ciudadanos, reclamar nuestros derechos y cumplir nuestros deberes; en últimas, hacer de los Derechos Humanos, el Desarme, el Desarrollo y la Democracia, una realidad.
¿Una CULTURA DE PAZ? ¿Acaso vivimos en una cultura de VIOLENCIA? ¿Quién lo dice?, preguntó uno de los jóvenes asistentes al concierto. Pues muchos lo han dicho –respondió otro- pero las palabras no son necesarias, los hechos hablan por sí mismos: desde pequeños se nos enseña que en este mundo los conflictos se resuelven con la fuerza y la violencia; que las mujeres tienen un papel secundario en la familia y la sociedad; que el peso de los golpes y el ruido de las armas es mejor que la fluidez de la palabra y la ternura del afecto; que la competencia es mejor que la solidaridad, que el vivo vive del bobo y que el que pega primero pega dos veces.
- Eso son bobadas, susurró otro joven que llevaba jeans a la cadera (al uso de Cantinflas), acaso nosotros podemos cambiar el mundo? ¡Pero si el mundo somos nosotros! Replicó el otro con algo de enfado, y de repente una fuerza inusitada lo invadió desatando su lengua y comenzó a hablar: cuando en una familia a los hijos se les educa con regaños permanentes, recalcándoles una y otra vez sus errores y defectos, esos niños crecen con una autoestima baja, se creen inferiores a los demás, se vuelven serviles…ah! y después, todo el mundo les pide iniciativa y liderazgo; igualmente cuando un niño recibe golpes e insultos por una travesura, o ve a su padre golpear a su madre, o siempre es corregido con gritos y correa, o amenazado con el coco o el loco, él repetirá esos patrones de crianza con sus hijos y esos con los suyos y así, de generación en generación, la gente se habitúa, el niño crece y siendo adulto tendrá una forma de entender el mundo desde la violencia, el temor y la desconfianza.
- El amigo lo escuchaba atentamente, y sin darse cuenta el auditorio había crecido, a su alrededor se congregaron otros jóvenes y entre ellos surgió una adolescente que aprovechando la pausa tomó la palabra: lo que pasa es que en este país nos hemos acostumbrado a todas las formas de violencia, porque la violencia armada se roba los titulares. Todos los días nos hablan y nos muestran enfrentamientos armados, nos hablan de muertos, secuestros, minas antipersonas, masacres, desplazados…pero solo como cifras frías y lejanas, no nos hablan de los rostros del drama de las victimas, sus familias o los efectos de esa violencia, entonces nos parece que las otras formas de violencia son tolerables: la violencia en las familias, la violencia laboral, las pandillas, la violación de los derechos de los niños, de los ancianos, de la mujer, de los jóvenes…en fin nos han vendido la idea de que la PAZ es solo la ausencia de la guerra
- Y eso no es así… dijo una joven morena, de jeans, cola en el pelo y con una sonrisa tierna: la paz no es solo la ausencia de la guerra ni el esfuerzo por mantener el orden a toda costa. NO, La paz es el esfuerzo y el trabajo por tener espacios para la participación ciudadana, para que todos podamos incidir en el diseño de políticas públicas con justicia social y decidir nuestro futuro; es reconocer nuestra condición de ciudadanos, reclamar nuestros derechos y cumplir nuestros deberes; en últimas, hacer de los Derechos Humanos, el Desarme, el Desarrollo y la Democracia, una realidad.
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