El término, Parapolítica, se viene usando para hacer alusión a los políticos que tienen, o se presume, vínculos con los llamados grupos Para-militares, o sea aquellos grupos armados ilegales de extrema derecha que surgieron, inicialmente, como reacción de la violencia de los grupos guerrilleros, que se financian del narcotráfico y que aterrorizan a la población civil.
Hoy son 29 los congresistas capturados y 51 los implicados, por lo que se proponen distintas alternativas a la crisis Política del País: la reforma política que avala el gobierno, adelantar elecciones, y una constituyente. Claro que en un país en donde “todo es grave pero nada es serio”, es satisfactorio ver que por los lados de las altas cortes la justicia va en serio y esa parece ser la mejor forma de salir de la crisis.
Sin embargo, el ciudadano corriente no ve la crisis, pues ha visto cosas peores en este país del Sagrado Corazón; además los medios y analistas de la política nos han vendido la idea de que este es un pueblo sin madurez política, amnésico, torpe e ignorante y por eso en elecciones lo único que le importa es vender su voto o no votar, dejando ese asunto “feo” de la política a los que saben de eso: los políticos profesionales; o sea aquellos que van al congreso (o la asamblea o el concejo) a cambiar su voto al mejor postor, a negociar por debajo de la mesa y hacer lo que tenga que ver con su interés particular, menos aquello para lo que fue elegido; como aquel congresista del departamento de Sucre (primer capturado por su vínculo con paramilitares) que después de veinte (20) años intervino solo para vanagloriarse de que nunca había tomado la palabra – en el parlamento – y de seguro tampoco hizo nada por su región, una de las más pobres de Colombia.
Por mi parte creo que ya pasó el tiempo en que la mayoría de la población era una masa de analfabetos a quienes, en elecciones, los jefes ponían a hacer la fila con una papeleta cerrada para depositar en la urna y si alguno preguntaba por qué no podía ver por quién estaba votando, éste le decía de manera solemne: no se puede, el voto es secreto.
También creo que aquellos que cambian su voto por un sancocho, una botella de aguardiente o la promesa de un puestico, cada vez son menos. Si vemos bien, hoy la gran mayoría de ciudadanos tienen un grado medio-alto de escolaridad, una postura algo critica frente a lo público, y sueños y esperanzas de un país mejor. Hoy la mayoría somos Ciudadanos que entendemos el significado de la Democracia y del Bienestar General; Ciudadanos fastidiados de la guerra, la corrupción y la impunidad.
Hoy tenemos un Nuevo Ciudadano cansado que desde el alto gobierno lo quieran poner en discordia con su hermano y su vecino por un color político o una supuesta ideología; un Nuevo Ciudadano cansado de ver el mamut de la parapolítica paseándose tranquilamente por la sala de la institucionalidad y de un presidente mirando por el espejo retrovisor para despistar a la opinión.
Después del cuatro de Febrero podemos darnos cuenta que los que no hacemos parte del encaje clientelista somos mayoría; que los ciudadanos somos la real fuerza Política y NO la Para-Política.
Hoy son 29 los congresistas capturados y 51 los implicados, por lo que se proponen distintas alternativas a la crisis Política del País: la reforma política que avala el gobierno, adelantar elecciones, y una constituyente. Claro que en un país en donde “todo es grave pero nada es serio”, es satisfactorio ver que por los lados de las altas cortes la justicia va en serio y esa parece ser la mejor forma de salir de la crisis.
Sin embargo, el ciudadano corriente no ve la crisis, pues ha visto cosas peores en este país del Sagrado Corazón; además los medios y analistas de la política nos han vendido la idea de que este es un pueblo sin madurez política, amnésico, torpe e ignorante y por eso en elecciones lo único que le importa es vender su voto o no votar, dejando ese asunto “feo” de la política a los que saben de eso: los políticos profesionales; o sea aquellos que van al congreso (o la asamblea o el concejo) a cambiar su voto al mejor postor, a negociar por debajo de la mesa y hacer lo que tenga que ver con su interés particular, menos aquello para lo que fue elegido; como aquel congresista del departamento de Sucre (primer capturado por su vínculo con paramilitares) que después de veinte (20) años intervino solo para vanagloriarse de que nunca había tomado la palabra – en el parlamento – y de seguro tampoco hizo nada por su región, una de las más pobres de Colombia.
Por mi parte creo que ya pasó el tiempo en que la mayoría de la población era una masa de analfabetos a quienes, en elecciones, los jefes ponían a hacer la fila con una papeleta cerrada para depositar en la urna y si alguno preguntaba por qué no podía ver por quién estaba votando, éste le decía de manera solemne: no se puede, el voto es secreto.
También creo que aquellos que cambian su voto por un sancocho, una botella de aguardiente o la promesa de un puestico, cada vez son menos. Si vemos bien, hoy la gran mayoría de ciudadanos tienen un grado medio-alto de escolaridad, una postura algo critica frente a lo público, y sueños y esperanzas de un país mejor. Hoy la mayoría somos Ciudadanos que entendemos el significado de la Democracia y del Bienestar General; Ciudadanos fastidiados de la guerra, la corrupción y la impunidad.
Hoy tenemos un Nuevo Ciudadano cansado que desde el alto gobierno lo quieran poner en discordia con su hermano y su vecino por un color político o una supuesta ideología; un Nuevo Ciudadano cansado de ver el mamut de la parapolítica paseándose tranquilamente por la sala de la institucionalidad y de un presidente mirando por el espejo retrovisor para despistar a la opinión.
Después del cuatro de Febrero podemos darnos cuenta que los que no hacemos parte del encaje clientelista somos mayoría; que los ciudadanos somos la real fuerza Política y NO la Para-Política.
1 comentario:
De acuerdo, somos mayoria
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