domingo, 15 de octubre de 2017

RESPONSABILIDAD SOCIAL

Toda acción, programa o proyecto tiene sentido en tanto y en cuanto su origen y resultado es el bienestar de los seres humanos. En otras palabras no existen proyectos per se, los proyectos tienen el propósito de mejorar las condiciones de vida de las personas, es por esta razón que la Responsabilidad Social de las Empresas (RSE) no puede ser algo marginal, porque es la piedra angular de todo negocio, bien sea en un laboratorio científico, en un megaproyecto del sector extractivo o la infraestructura, en una mediana empresa prestadora de servicios o en un local de Sanandresito. Pero primero aclaremos que es la RSE y quizá lo primero sea decir lo que NO es.

RSE no es asistencialismo. No es regalar mercados o juguetes en navidad, o regalar tejas y ladrillos para una comunidad o hacer salones y colegios donde nadie los necesita; tampoco es reemplazar al Estado en sus obligaciones ni convertir la empresa en una ONG; la RSE tampoco es un gasto o una moda o algo tan sofisticado que solo lo deben hacer las grandes empresas, también es una responsabilidad de las MIPYMES.

De todas las definiciones me gusta esta: Responsabilidad Social de la Empresa es, además del cumplimiento estricto  de las obligaciones legales vigentes, la integración voluntaria en su gobierno, estrategias, políticas y procedimientos, de las preocupaciones sociales, laborales, medioambientales  y de respeto a los derechos humanos que surgen de la relación y el diálogo transparente con sus grupos de interés, permitiéndole  asegurar el crecimiento económico, el desarrollo social y el equilibrio ecológico.

Partimos de la idea de que el primer nivel de la RSE es el cumplimiento legal de las obligaciones y el reconocimiento de las personas que hacen parte directa de ese proyecto y aquellos que indirectamente también reciben algún beneficio o tienen algún tipo de impacto que los pone en el círculo de sus grupos de interés, con los cuales se debe establecer un diálogo abierto para diseñar estrategias y políticas de intervención, que además de contribuir con el bienestar social (hacia dentro y afuera) y el equilibrio ambiental, asegura las ganancias de la empresa.

Ante la situación del planeta no podemos seguir siendo indiferentes o  lavándonos las manos con acciones aisladas como pagando 20 pesos por una bolsa cuando en nuestra empresa o negocio ni siquiera reutilizamos, reciclamos o reducimos el consumo o marchando por el agua mientras los domingos derrochamos el agua lavando el carro o botando el aceite y los desperdicios por la alcantarilla, por poner algún ejemplo.

Las empresas (grandes, medianas y pequeñas) tienen el deber de diseñar programas de RSE de acuerdo con su línea de negocio y en sintonía con los  Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los ciudadanos comunes tenemos la responsabilidad de velar porque las empresas y sus productos cumplan unos mínimos de RSE como el respeto por los derechos humanos, la transparencia, la seguridad de sus trabajadores y la mitigación y/o compensación de sus impactos socio-ambientales.

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