Ahh Bucaramanga, si estuve allí,
es una ciudad pequeña pero desordenada, vi vendedores ambulantes por todo lado,
en los andenes, los parques y hasta en las calles por donde pasan los carros –exponiéndose
a un accidente- también me pareció que la gente no respeta las normas, se pasan
los semáforos en rojo, en las motos se suben hasta tres personas y acostumbran
llevar niños de brazos, pero increíblemente estas personas pasan por el frente
de agentes de tránsito y éstos no hacen nada; parece que la gente que anda en
carro no sabe conducir pues no ponen las direccionales cuando hacen un cruce,
no paran donde la señal lo indica y si lo hacen en medio de calles altamente
transitadas, se parquean en cualquier anden quitándole el espacio al peatón y
casi siempre van a más de la velocidad permitida, sobre todo en los sitios
donde se debe transitar a 30 km por hora; y es mejor no hacer un llamado de atención
pues se vienen con una andanada de insultos y gestos groseros; muchos semáforos
no sirven o son casi invisibles para los usuarios; hay mucha inseguridad y la mayoría
de calles están en mal estado… aún seguía hablando cuando fue interrumpido por
unas voces alteradas que le gritaban que no, que eso no era así, que
Bucaramanga era una ciudad bonita y cordial…. Pues eso fue lo que vine buscando
pero otra cosa me encontré, dijo el fulano y se marchó.
Sin duda estas personas se
sintieron ofendidas en su orgullo por la forma como el fulano se había referido
a su ciudad, pero curiosamente estas son las mismas personas que cuando viajan
a otro país llegan sorprendidas por “la cultura de esa gente” que respetan las
filas, que dan prioridad a los peatones en la vía, que respeta las señales de
tránsito, que son ambles, que no botan
basuras en la calle, que reciclan, etc. Pero al llegar a su ciudad no la
cuidan, no se cuidan y hacen exactamente todo lo que el fulano describió y que
se niegan a aceptar.
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