En la
esquina de la calle 65 con carrera 30 donde queda el restaurante Puerta del Sol
(Bucaramanga), mi esposa con los dos niños en el carro, se disponía a realizar
el cruce respectivo hacia la derecha. Llevaba las direccionales prendidas indicando
el cruce y verificó que todo estuviese despejado, pero de repente un
motociclista queriendo adelantarse al carro se atraviesa y golpea el carro,
rayándolo y sumiéndole la puerta trasera. Mi esposa se detiene y el hombre
–joven por demás- también lo hace más adelante, pero lo hace para reírse y
acelerar su moto haciendo una acrobacia. Mi esposa- bien gracias y los niños
también.
Pienso en
este conductor como alguien que no ama su propia vida y por lo tanto no puede
amar la de los demás. Una persona que no tiene amor propio también es incapaz
de expresar amor hacia su entorno (personas, animales y cosas), es incapaz de
respetar las normas porque no comprende su sentido, es incapaz de percibir el
riesgo de sus acciones porque no es consciente de ellas ya que no se reconoce a
sí mismo como Sujeto.
Antes
pensaba que este tipo de situaciones se presentaban porque existía un vacío en
la educación como ciudadanos (lo que se conoce como cultura ciudadana) pero lo
que veo ahora es un gran vacío en la formación AFECTIVA de las personas, sujetos
con baja autoestima y demasiado acomplejados que tratan de sacudirse actuando –inconscientemente-
de manera violenta hacia todo lo que consideran como un elemento que lo
condiciona, inhibe o intimida, es decir hacia todo aquello que le hace sentir
menos que los demás.
Sin duda
tenemos un gran reto en la construcción de ciudad…
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