Pues bien, en esa época sufría de
reflujo y me levantaba todas las noches hacia la una de la mañana a tomarme dos
AlkaSeltzer; incluso una hermana me dijo que podía ser cáncer ya que mi abuela
también hacia lo mismo y cuando fue al médico le diagnosticaron la enfermedad;
en fin esa noche en el hotel, tomé la pequeña piedra negra y, con mucho
escepticismo, la puse sobre mi estómago antes de acostarme. Al día siguiente
hice lo mismo y curiosamente el reflujo desapareció; de todas formas fui al
médico para descartar el posible cáncer presagiado por mi hermana.
Unos días después la piedra se partió
y mi esposa me dijo que ya había cumplido su misión, me pidió que la enterrara
(que se la devolviera a la madre tierra) agradeciendo su trabajo sobre mí.
Unos meses después descubrí en Bogotá
una tienda de productos esotéricos (piedras, inciensos, libros, cuencos,
atrapasueños, etc.) y comencé a conocer una expresión de la espiritualidad
marcada por ritos y objetos que parecieran moverse entre la magia y el milagro.
Empecé a escuchar del niño interior, de los animales de poder, de los mudras,
de los viajes chamánicos, del ho’oponopono, del doble cuántico y otras cosas
más que se entrelazaban con mi mundo espiritual y religioso de los ángeles,
arcángeles y demonios. Esta experiencia amplio mi horizonte de mundo y me reafirmó
la idea de que la razón es sólo una forma del pensamiento con la cual intentamos dominar o minimizar a
las otras.
Mi mundo espiritual se ampliaba pero a
la vez reafirmaba la idea que siempre he tenido de que Dios está en uno.
Si somos creaciones de algo divino esa divinidad está en nosotros mismos como
ya lo han dicho filósofos y teólogos de todas las épocas “el reino de Dios no es
algo que se aguarde; no tiene un ayer ni un pasado mañana, no llega dentro de
mil años, es una experiencia en el corazón”. Pero parece que cuando no hacemos la lectura adecuada
de los “signos de los tiempos” el universo mismo se encarga de conducirnos, de un golpazo, a
que centremos nuestra mirada donde debemos. Donde el destino o nuestra vocación
quiere que estemos.
Entonces
vino un momento de crisis, que también fue la oportunidad de volver la mirada
sobre mí mismo y retornar al Ser que somos. Entonces descubrí que en el
trasfondo de toda enfermedad hay una situación emocional no resuelta, algún bloqueo
o condicionamientos que heredamos o nos inculcan desde nuestra más tierna
infancia y que viven en nuestro inconsciente para revelarse con el tiempo a través de alguna
dolencia física, trastorno mental o emocional.
Hice lo
que hace cualquiera desde la medicina alopática pero paralelamente hice lo que
me aconsejaron los “gurús” de este mundo espiritual re-descubierto según sus
visiones de los registros akashicos, las meditaciones y la oración. Aprendí a
centrarme conectándome con la energía del universo y potenciando la presencia
de Dios en mí; inicie los caminos del autoperdón a través del ho’oponopono y seguí
algunas recomendaciones de expertos en psicología positiva. Entendí que hay
muchos caminos que conducen a la realización personal y que ésta es más
sencilla cuando logramos el equilibrio de nuestras dimensiones material, mental
y espiritual y comprendí que la medicina más poderosa es el amor de quienes nos
rodean. Amor sin juicios ni condiciones.
De esta
experiencia, y por los conocimientos y aptitudes para estos temas de mi esposa Diana, nació AKASHA, un
proyecto que quiere contribuir en esa búsqueda insistente que todos tenemos por
encontrarnos a nosotros mismos para que la plenitud de la vida no sea solo una
época del año o un día de la semana, mientras nos sumergimos en la angustia y
estrés del trabajo cotidiano, sino que sintamos la alegría de la vida en el
trabajo, el estudio, en los oficios domésticos o en la convivencia del espacio
público.
Con AKASHA queremos apostarle a la construcción de una sociedad mejor donde
partimos de la seguridad en sí mismos que nos da nuestro propio reconocimiento y la aceptación del otro como
sujeto legítimo en la convivencia ciudadana sin sentir amenazada nuestra existencia por su
condición de género, sus creencias religiosas, sus ideas políticas o su color
de piel.
AKASHA es la esencia de todas las cosas, por eso este
proyecto es para el beneficio de todas las personas y de la sociedad en
general, a través de la CONEXIÓN CON SU ESENCIA.
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