A finales de la década de los noventa tuve la oportunidad de trabajar con una
Organización No Gubernamental (ONG) cuyo propósito principal era la Promoción
de los Derechos Humanos. En ese contexto era común escuchar sobre la importancia
del enfoque diferencial y específicamente del enfoque de género en los
proyectos que se realizaban, máxime cuando los recursos de los mismos provenían
de agencias de cooperación internacional quienes exigían que fuera de esta
manera.
En términos generales el enfoque diferencial nos permite realizar acciones dirigidas
a los grupos poblacionales diferenciadas según sus condiciones de género, edad,
etnia, condición física, vulnerabilidad, entre otros. Visto así el enfoque
diferencial incluye el enfoque de género referido a los roles e identidades de
las personas en los diferentes espacios del mundo de la vida cotidiana,
resaltando que se promueve la equidad en el acceso a las oportunidades del
género que ha sido históricamente marginado estructuralmente por su condición: el femenino
Seguí el recorrido de mi vida profesional por ONG’s más asociadas al mundo
empresarial y allí el concepto de género no se mencionaba. Parecía como si esos
temas relacionados con los derechos pertenecieran a una
dimensión social aparte del mundo empresarial y el ajetreo cotidiano de las
personas comunes y corrientes.
Después tuve la oportunidad de trabajar en un proyecto de Infraestructura Vial, liderando la Gestión Social en un área de influencia que cubría más de cincuenta (50) centros poblados en mas de veintiún (21) municipios y cinco
(5) departamentos, y en medio de toda la complejidad que implicaba este entramado en un proyecto de alto impacto, nunca oí mencionar el tema del enfoque de género por parte de la empresa, ni del cliente, ni las comunidades.
Ahora que se ha
anunciado el inicio de los proyectos viales para Concesiones de Quinta Generación (5-G) que además de
proyectos carreteros incluye aeroportuarios, férreos y de navegabilidad, el
enfoque de género, entre otros es una condición esencial para su desarrollo. Algo que me alegra porque, porque es una estrategia que plantea nuevos retos y perspectivas pues es una condición para todo el proyecto y no solo para la Gestión Social.
En estos proyectos de 5-G se les exigirá a los concesionarios la incorporación
del enfoque de género en la implementación de los proyectos, bien sea porque es
un requisito de la banca internacional o una meta de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS), y no será un simple trámite sino algo que desde la
presentación del proyecto debe demostrarse ofreciendo actividades y productos
que permitan cumplir con tres niveles de acción: 1) Voz; 2) Empoderamiento y;
3) Transformación; lo que le representa al proponente puntos en su
calificación.
Aunque en el país se ha avanzado en la incorporación de este tema en
distintos ámbitos de la vida nacional y hay un marco normativo, ésta inclusión en los proyectos de 5-G será, sin duda, una contribución a la
formación de una Cultura Incluyente y una ventana hacia un Desarrollo más equitativo para el País
desde aquellas poblaciones más vulnerables y apartadas de los centros urbanos.
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