En su lectura de lo que estaba sucediendo en la Europa de finales del siglo XX con la llegada masiva de inmigrantes y su rechazo por parte de la mayoría de la sociedad, la filósofa española Adela Cortina considera que más allá que un miedo al extranjero (xenofobia) lo que se vivía era el miedo al extranjero pobre porque al extranjero rico (empresario o turista) no se le teme, al contrario, se le abren las puertas de la amabilidad para que invierta o gaste en el país. El miedo a los Pobres es APOROFOBIA.
La palabra, Aporofobia, fue incluida en el diccionario de la Real Academia Española
en el mes de diciembre del año 2017, es decir ya es una palabra oficial, lo que
nos ayuda a incluirla en nuestro sistema de lenguaje y por lo tanto en nuestro
entendimiento y comprensión de la realidad que nos rodea.
La Aporofobia no es solo un problema europeo sino mundial. Hemos construido
sobre la pobreza y los pobres un imaginario de todo aquello que molesta y
ofende nuestro sentido de la ética y de la estética; en ese sentido vemos los
pobres como sucios, ladrones, mentirosos, perezosos y feos. En este punto salta
a la vista que el rechazo al pobre no es solo al extranjero pobre sino a todos,
a nuestros connacionales, nuestro vecinos e incluso “rechazamos al pobre aunque
sea de la propia familia”.
La base de nuestra cultura es el contrato en todos los ámbitos de la vida
social; es decir, estamos dispuestos a dar siempre y cuando podamos recibir en
las mismas proporciones de lo que damos o más, aun cuando eso que recibamos no sea una
retribución directa del que recibe sino una acción indirecta o posterior. Por
ejemplo, si realizamos una donación esperamos recibir un descuento en los
impuestos; o cumplimos con nuestros deberes de ciudadanos para que el Estado
garantice nuestros derechos; o hay quienes asisten a velorios de sus colegas
para que cuando mueran otros hagan lo mismo, etc.; hasta este punto hay una
base de solidaridad que fortalece las relaciones humanas. Sin embargo, en esta lógica del dar y recibir seguramente
habrá algunos que, en apariencia, no podrán dar nada a cambio y en consecuencia
serán excluidos: los pobres.
Los pobres son, entonces, aquellos que no tienen nada interesante que dar a
cambio y quedan por fuera del juego del intercambio, que se entiende no solo en
el ámbito económico sino del conjunto social; es decir, se puede retribuir con
expresiones artísticas, científicas o deportivas, pero si una persona no muestra
capacidad de retribución quedará excluido: el enfermo mental, el inmigrante, el
desplazado, las víctimas de la guerra, etc.
La comprensión de la Aporofobia nos ayudará a leer mejor nuestro entorno y evidenciar
aquellos que están siendo excluidos por una situación de pobreza que va más
allá de su capacidad económica y quizá hacer algo, pero ¿cómo podríamos superar
la Aporofobia en nuestra vida de colombianos cuando hemos construido una
sociedad basados en la exclusión y el desprecio por los pobres y los diferentes?
Ver conferencia
de Adela Cortina: https://www.youtube.com/watch?v=ZODPxP68zT0&t=1341s&ab_channel=TEDxTalks
1 comentario:
La pandemia de la Covid -19 podría ser una manera de ejemplificar una de las tantas formas de Aporofobia vista en la indiferencia social; para algunos es una oportunidad de reconocerse como ser social que depende no solo de su propio cuidado sino del cuidado del otro para vivir, pero para otros es un momento de reafirmar su individualismo y su ego, porque contagiarme nunca será peor que aprender a convivir, ya que esto implica el riesgo de una sociedad con valores equidad y empatía. Ante esta realidad, pienso y siento que cada uno puede revisar qué rechaza y que aprecia, para que lo hace, de qué se protege, de que huye, cómo lo hace y sobre todo, si logra obtener resultados alienados con su felicidad.
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