¡Hemos despertado! Parece ser una de las conclusiones en la que coinciden la mayoría de los analistas políticos y sociales sobre los acontecimientos de los últimos días en Colombia. “El País despertó”; “nos quitamos las vendas”; “ya no pueden seguir engañándonos” y muchas otras frases que dan cuenta de un alto grado del inconformismo de los ciudadanos por la histórica corrupción, las injusticias que perpetúan las desigualdades, la exclusión y la complacencia de los dirigentes políticos que endurecen la carga impositiva a los más pobres y a la sobrecargada clase media mientras se muestra complaciente con los dueños del capital.
Pareciera que, por fin, más allá de la selección Colombia, hay una causa común que congrega al pueblo, al ciudadano de a pie, que genera un sentido de pertenencia al territorio y fortalece la identidad Nacional. Pareciera que por fin, gracias a la tecnología, las barreras que nos impone nuestra propia topografía y que nos aísla y atomiza, es superada desde las redes sociales mostrándonos de manera instantánea lo que sucede en cualquiera de los puntos cardinales, en cualquier hora del día o de la noche… entonces nos sentimos hermanos en el sufrimiento y la solidaridad rompe en cánticos que salen desde lo más profundo de nuestras entrañas porque nos sentimos que somos parte de algo…de algo que está cambiando la historia.
Porque lo que se evidencia es una movilización social que lleva como heraldo a esta juventud que proclama el cambio cultural que venimos deseando-exigiendo desde hace varias décadas. Un cambio cultural que deberá traducirse en un cambio de la acción y la configuración política desde la territorialidad local y regional hasta lo Nacional. Por ahora hay logros en la macroestructura, pero si queremos que esto realmente sea una transformación de la estructura social se necesita que emprendamos acciones desde lo local. Como decía aquel viejo eslogan de los años setenta “pensar global y actuar local” porque toda acción por definición es local.
Con el paso de la euforia, o a la par con ella, es importante que los jóvenes, estudiantes y profesionales, procedan a la conformación de colectivos para el estudio de su realidad inmediata para hacer aportes concretos al desarrollo de los municipios y departamentos y en esa misma línea ejercer el control social desde las veedurías ciudadanas a los procesos de contratación en los municipios y departamentos, porque la corrupción que nos carcome no es solo la de las grandes contrataciones del nivel Nacional sino desde las más pequeñas en lo local y lo regional.
En el caso de Santander, por
ejemplo, de este momento histórico deberían salir los grupos de economistas (de
las cuatro universidades que tienen esta carrera) para investigar el verdadero
impacto en el Desarrollo Regional que tendrán todas las obras de infraestructura
que se realizan y realizarán en el departamento: autovía Bucaramanga-Pamplona;
Ruta del Cacao; Gran Vía Yuma; Ruta del Sol; Recuperación del Rio Magdalena;
Puerto Multimodal; Rehabilitación de la Vía Férrea; obras del bicentenario, entre
otras. Asegurar que estas obras sirvan para un desarrollo generador de riqueza
para los municipios de las áreas de influencia y el departamento.
También deben salir los grupos de estudio y trabajo interdisciplinarios de las ciencias sociales para apostarle a programas de educación ciudadana y de turismo para fortalecer la inclusión, la solidaridad y la empatía ciudadana; también los arquitectos y grupos artísticos para apostarle a una nueva estética de las ciudades que motive el desarrollo sostenible; etc. También deben salir grupos ciudadanos que hagan veeduría a las Obras de Baja Intensidad que se realizan en los barrios y desde donde se invierten cuantiosos recursos a los que casi nadie les hace control.
Muchas iniciativas deben salir desde este momento y traducirse en apuestas políticas para concretar la transformación cultural que requerimos y trazar las estrategias que nos conduzcan a una sociedad incluyente, próspera y con una paz estable donde los valores y los derechos ciudadanos salten del papel a la realidad. Que no sea solo una bonita anécdota de un momento de euforia o catarsis colectiva.
En otras palabras, que este “Despertar” nos lleve a la construcción del nuevo día que estamos anhelando los colombianos y que no nos pase como aquel que se despertó con el ALBA, tomó café y se volvió a dormir…
1 comentario:
Que buen escrito. Y da alternativas para salir de la encrucijada en que los mismos promotores del paro y sus múltiples actores que se han integrado al mismo se encuentran. Institucionalizar como una fuerza de lo local los cabildos abiertos, para desde los mismos escuchar las voces que hoy se levantan. Por ahí se despeja un camino.
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