Hay un lugar donde todos los colombianos somos iguales. Da igual si uno viene del campo o de la ciudad, del norte o del sur, de barrio popular o de conjunto cerrado. No importa si lee a Friedman o a Marx, si prefiere el rock o la cumbia cienaguera. Todos (especialmente quienes no tenemos el bolsillo suficientemente ancho) terminamos siempre en el mismo lugar de penitencia: LA SALA DE ESPERA.
Desde pequeños nos enseñan que hay que aprender a esperar, ser pacientes y, sobre todo, estar agradecidos. Puede ocurrir en la oficina de tránsito, en el consultorio médico o en el despacho de algún funcionario de esos que se sienten ministros aunque apenas sean contratistas de paso. La regla es la misma: espere y agradezca que lo van a atender.
La
sala de espera es quizás el verdadero salón de formación cívica en Colombia.
Allí nos enseñan que el tiempo valioso es el ajeno, que la atención es un favor
y que la dignidad humana es algo que se va desgastando en los pasillos de la
indiferencia burocrática.
El
método es impecable. Primero, usted llega puntual. Después lo ignoran
olímpicamente. Luego lo hacen dudar sobre si realmente tenía cita o si se
equivocó de lugar. Más adelante le dicen que espere "un
momentico", que en la jerga burocrática quiere decir: resígnese y “de
malas”. Al final, si tiene suerte, lo atiende un aprendiz desganado o un
funcionario con actitud de ‘comemierda’ y un tono de voz condescendiente
que pareciera estar haciéndole un favor al universo entero.
Eso
sí, todas estas aulas del desprecio tienen algo en común: un letrero que dice
"Gracias por su paciencia". Y así nos van cultivando
como seres obedientes que se riegan con indiferencia, se abonan con desprecio y
se cosechan cada cuatro años, con votos y promesas recicladas.
Mientras
tanto, las personas —aquellas por quienes se desgarran las vestiduras todos los
políticos en campaña y el motivo principal de cualquier anuncio empresarial— permanecen sentadas (si están de bbuenas, pues
la mayor parte van de pie), con el ceño fruncido, la columna encorvada y la
mirada perdida… quizá viendo cómo la vida se les va en una sala de espera.
escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=SpclCD9qbQU&feature=youtu.be
4 comentarios:
Por eso tal vez se llama también paciente... porque debe desarrollar la paciencia
.... y ahora que todos se llaman colaboradores, es espereme que ya le colaboro, no que ya hago mi trabajo.....
Siempre es igual me ha pasado muchas veces en esos lugares lo miran a uno como nada .Pero cuando llegan las campañas políticas si todos te conocen.
Sii que tristeza! Es la dura realidad, cada vez son peor la atención y servicio al cliente, todo es burocracia y clientelismo. Pero... es mejor llenarnos de paciencia para no sufrir tanto.
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