viernes, 9 de noviembre de 2007

ESCUELA Y DERECHOS HUMANOS

La concepción de los Derechos Humanos fortalece la noción de Vida Humana como algo mucho más que la mera existencia biológica, potenciando la idea del Desarrollo como algo que se refiere a las personas y no a las cosas, pues se enfatiza en que la vida humana se desarrolla a través de la construcción de satisfactores en correspondencia con las expresiones propias de cada cultura.

En este sentido, el economista chileno Manfred Max Neef ha propuesto una categorización de las necesidades humanas según categorías existenciales y axiológicas. Las primeras están referidas al Ser, Tener, Hacer y Estar; y las segundas en relación con la subsistencia, la protección, el afecto, el entendimiento, la participación, el ocio, la creatividad, la libertad y la identidad; demostrando que las necesidades humanas son finitas y no varían en el tiempo, pues ellas son las mismas para todos los hombres y en todas las épocas de la historia, pues lo que varía entre una época y otra, y de una cultura a otra, son los satisfactores de esas necesidades. De allí que podamos establecer que es en la interrelación de prácticas socioculturales y el sistema de necesidades donde se generan procesos de valoración colectiva sobre los cuales se construyen los Derechos Humanos.

Dicho con otras palabras, los Derechos Humanos surgen de la conflictividad social propia del sistema de relaciones que se dan en el mundo de la vida y posteriormente buscan su reconocimiento en los ordenamientos jurídicos. De esta forma, en tanto que construcciones sociales, los valores en que se soportan los Derechos Humanos, como la dignidad, la solidaridad y la libertad, no constituyen un telos de la acción Humana, sino productos de los desarrollos vivenciales.

Así, más que un conjunto de normas que soportan un sistema de organización socio-política, los Derechos Humanos son una expresión cultural que se traduce en un estilo de vida democrático, cumpliendo una doble finalidad: por un lado, establecer unas relaciones pacíficas entre el Estado y la sociedad, y por otro promover la convivencia solidaria entre los ciudadanos. Esto implica que, como fenómeno cultural, la responsabilidad de su construcción, promoción, defensa y garantía, no son acciones de competencia exclusiva del Estado sino que, algunas de ellas, involucran a todos los ciudadanos y especialmente a las instituciones cuyo propósito esta definido por la formación de personas.

En este propósito de formar personas bajo una concepción integral, que contemple todas las dimensiones de su desarrollo, es la Escuela, una de las instituciones llamada a liderar acciones que dinamicen la construcción de una cultura fundada en el respeto por los Derechos Humanos, promoviendo la democracia escolar como practica integral en la formación del niño y adolescente y fomentando hábitos democráticos en el sistema evaluativo y la relación pedagógica.

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