Ahora que el tema de los Derechos Humanos esta en boca de todo el mundo y parece que por fin vamos aprendiendo a ver en ellos una conquista, intelectual y jurídico-política de la modernidad, da jubilo esa sensación de estar cada día más cerca de comprender lo que es la DIGNIDAD. No importa que algunas mentes obtusas sigan empeñadas en considerar que los derechos humanos son un embeleco de la izquierda o de algunas ong's ‘enemigas’ de la seguridad democrática; lo cierto es que el tema da un nuevo impulso a quienes seguimos confiando en que las cosas –de este país- pueden ser mejores.
El enfoque de Derechos Humanos nos permite comprender al ciudadano en su dimensión amplia, como Persona y Ser Humano, más allá del simple dato estadístico en la línea del crecimiento económico, del empleo-desempleo o de pertenencia o no al sistema educativo. Este enfoque permite cambiar la lógica en los procesos de elaboración de políticas, “para que el punto de partida no sea la existencia de personas con necesidades que deben ser asistidas, sino Sujetos con Derecho a demandar determinadas prestaciones y conductas…. Los Derechos demandan obligaciones y las obligaciones requieren mecanismos de exigibilidad y cumplimiento”.
Desde esta perspectiva la medición de logros de los servidores públicos no se hace teniendo en cuenta el número o la cantidad de bienes y servicios entregados sino el impacto que eso tiene en la calidad de vida de las personas. Por ejemplo: no interesa si un alcalde reparte diez mil mercados o desayunos sino en cuanto reduce el índice de desnutrición de los niños; o cuantas campañas se realicen o cartillas se entreguen para prevenir el maltrato hacia la mujer o los niños, sino cuanto crece el índice de buen trato en una comunidad y disminuyen los casos de mujeres y niños maltratados.
Bajo este enfoque la veeduría ciudadana adquiere un rasgo diferente en su desarrollo, pues la mirada del veedor no se centra en las obras como tal sino en el derecho que se le esta garantizando o vulnerando. Es decir, el ciudadano que hace veeduría a la reparación de una escuela, un puesto de salud o el parque, lo hace teniendo en cuenta los efectos de esas obras en su derecho a la educación, a la vida y la salud, o al disfrute del tiempo libre y el espacio público.
El enfoque de derechos humanos pone el centro de nuestra mirada en los indicadores del Desarrollo Humano, no en las cosas que se le dan o en lo que recibe. Por eso vale la pena hacer seguimiento, entre otros, a la entrega de mil computadores que el alcalde de Bucaramanga hizo a las instituciones educativas, para ver de qué manera inciden en el mejoramiento de la calidad educativa y la relación pedagógica, pues aún son muchos los docentes que ignoran el uso de esta herramienta para el desarrollo de sus clases y que la mayoría de personas solo utilizan el computador como procesador de textos.
También es oportuno preguntar por la famosa “constituyente social” iniciativa de la secretaría de desarrollo social del departamento. Saber si ha cumplido con su objetivo de “profundizar la democracia y consolidar la identidad provincial y regional desde la construcción de una visión alternativa del Desarrollo de carácter justo, armónico e integral”. ¿Cuáles son los indicadores de esa democracia profunda? o los que demuestran mayor identidad provincial? o los que dan cuenta del Desarrollo alternativo, justo e integral? En fin, ¿cómo ha contribuido esa ‘constituyente’ a mejorar la calidad de vida de los santandereanos?
El enfoque de Derechos Humanos nos permite comprender al ciudadano en su dimensión amplia, como Persona y Ser Humano, más allá del simple dato estadístico en la línea del crecimiento económico, del empleo-desempleo o de pertenencia o no al sistema educativo. Este enfoque permite cambiar la lógica en los procesos de elaboración de políticas, “para que el punto de partida no sea la existencia de personas con necesidades que deben ser asistidas, sino Sujetos con Derecho a demandar determinadas prestaciones y conductas…. Los Derechos demandan obligaciones y las obligaciones requieren mecanismos de exigibilidad y cumplimiento”.
Desde esta perspectiva la medición de logros de los servidores públicos no se hace teniendo en cuenta el número o la cantidad de bienes y servicios entregados sino el impacto que eso tiene en la calidad de vida de las personas. Por ejemplo: no interesa si un alcalde reparte diez mil mercados o desayunos sino en cuanto reduce el índice de desnutrición de los niños; o cuantas campañas se realicen o cartillas se entreguen para prevenir el maltrato hacia la mujer o los niños, sino cuanto crece el índice de buen trato en una comunidad y disminuyen los casos de mujeres y niños maltratados.
Bajo este enfoque la veeduría ciudadana adquiere un rasgo diferente en su desarrollo, pues la mirada del veedor no se centra en las obras como tal sino en el derecho que se le esta garantizando o vulnerando. Es decir, el ciudadano que hace veeduría a la reparación de una escuela, un puesto de salud o el parque, lo hace teniendo en cuenta los efectos de esas obras en su derecho a la educación, a la vida y la salud, o al disfrute del tiempo libre y el espacio público.
El enfoque de derechos humanos pone el centro de nuestra mirada en los indicadores del Desarrollo Humano, no en las cosas que se le dan o en lo que recibe. Por eso vale la pena hacer seguimiento, entre otros, a la entrega de mil computadores que el alcalde de Bucaramanga hizo a las instituciones educativas, para ver de qué manera inciden en el mejoramiento de la calidad educativa y la relación pedagógica, pues aún son muchos los docentes que ignoran el uso de esta herramienta para el desarrollo de sus clases y que la mayoría de personas solo utilizan el computador como procesador de textos.
También es oportuno preguntar por la famosa “constituyente social” iniciativa de la secretaría de desarrollo social del departamento. Saber si ha cumplido con su objetivo de “profundizar la democracia y consolidar la identidad provincial y regional desde la construcción de una visión alternativa del Desarrollo de carácter justo, armónico e integral”. ¿Cuáles son los indicadores de esa democracia profunda? o los que demuestran mayor identidad provincial? o los que dan cuenta del Desarrollo alternativo, justo e integral? En fin, ¿cómo ha contribuido esa ‘constituyente’ a mejorar la calidad de vida de los santandereanos?
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