Quienes son nuestros niños y nuestra niñas? Acaso son pequeños angelitos enviados de Dios para alegrar nuestras vidas o acaso pequeños diablillos sin alma que debemos moldear a nuestra imagen y semejanza?
De los niños se han dicho y se siguen diciendo muchas cosas: que son como una esponja, que todo lo absorben y por ello todo lo que aprenden en esta fase de la vida durará para siempre; que son un regalo o una bendición que alegran la vida de los familias; que son el futuro de la patria; que son la base del matrimonio; y también un pretexto de algunas mujeres para retener a algunos esposos, aunque para algunos esposos son un estorbo que les impide ausentarse o desobligarse de sus esposas.
Lo cierto es que en toda la historia de la humanidad han existido los niños y las niñas, aunque en cada época se le haya considerado de manera distinta. Nuestros abuelos, por ejemplo, habitantes del campo tenían la idea de concebir muchos hijos, sobre todo varones, para que ayudaran a labrar la tierra, por eso desde pequeño el niño era un trabajador con machete al cinto y azadón en mano; para las niñas delantal, cocina y lavadero. Hoy muchos padres, mas urbanos y posmodernos, solo quieren tener uno o dos hijos para depositar en ellos todas sus frustraciones o éxitos malogrados, por eso se esmeran en que ellos se esmeren en aprender de todo un poco y que sepan más que los demás.
Sin embargo, aun nos cuesta ver al niño en lo que es, como infante, como un sujeto de derechos y deberes, como una persona. A pesar de la ley de Infancia y los esfuerzos de algunas organizaciones sociales y entidades, aun quedan muchos vacíos y, por sobre todo, mucho trabajo educativo con los padres y madres de familia, con los docentes y con la sociedad en general para tener niños que puedan disfrutar su infancia y crecer en los valores de una sociedad moderna.
Ese es un camino largo y con muchas dificultades, si tenemos en cuenta que de los 44 millones de colombianos el 40%, es decir 16 millones, son menores de 18 años; y que de los 27 millones de personas que viven en la pobreza, 7 millones son niñas y niños. Según Unicef, 1.2 millones de infantes viven en la miseria.
Con dolor hay que decir que cada año en Colombia mueren 27 niñas y niños de cada mil, y 1.8 millones se muelen a diario trabajando para conseguir el sustento de sus familias, de los cuales el 25% de ellos, desempeña trabajos de alto riesgo.
Y el drama continua, pues 3 millones de niños y niñas no tienen acceso a salud y 2.5 millones, no pisa nunca una escuela. 30 mil niñas y niños viven en las calles y se estima que 361 niños, de cada mil, sufren maltrato. Cada año se registran 12.202 casos de explotación sexual.
Si estas cifras parecen alarmantes, seguramente la realidad es mucho peor pues todos sabemos que en los casos de maltrato infantil solo contamos con sub-registros.
De los niños se han dicho y se siguen diciendo muchas cosas: que son como una esponja, que todo lo absorben y por ello todo lo que aprenden en esta fase de la vida durará para siempre; que son un regalo o una bendición que alegran la vida de los familias; que son el futuro de la patria; que son la base del matrimonio; y también un pretexto de algunas mujeres para retener a algunos esposos, aunque para algunos esposos son un estorbo que les impide ausentarse o desobligarse de sus esposas.
Lo cierto es que en toda la historia de la humanidad han existido los niños y las niñas, aunque en cada época se le haya considerado de manera distinta. Nuestros abuelos, por ejemplo, habitantes del campo tenían la idea de concebir muchos hijos, sobre todo varones, para que ayudaran a labrar la tierra, por eso desde pequeño el niño era un trabajador con machete al cinto y azadón en mano; para las niñas delantal, cocina y lavadero. Hoy muchos padres, mas urbanos y posmodernos, solo quieren tener uno o dos hijos para depositar en ellos todas sus frustraciones o éxitos malogrados, por eso se esmeran en que ellos se esmeren en aprender de todo un poco y que sepan más que los demás.
Sin embargo, aun nos cuesta ver al niño en lo que es, como infante, como un sujeto de derechos y deberes, como una persona. A pesar de la ley de Infancia y los esfuerzos de algunas organizaciones sociales y entidades, aun quedan muchos vacíos y, por sobre todo, mucho trabajo educativo con los padres y madres de familia, con los docentes y con la sociedad en general para tener niños que puedan disfrutar su infancia y crecer en los valores de una sociedad moderna.
Ese es un camino largo y con muchas dificultades, si tenemos en cuenta que de los 44 millones de colombianos el 40%, es decir 16 millones, son menores de 18 años; y que de los 27 millones de personas que viven en la pobreza, 7 millones son niñas y niños. Según Unicef, 1.2 millones de infantes viven en la miseria.
Con dolor hay que decir que cada año en Colombia mueren 27 niñas y niños de cada mil, y 1.8 millones se muelen a diario trabajando para conseguir el sustento de sus familias, de los cuales el 25% de ellos, desempeña trabajos de alto riesgo.
Y el drama continua, pues 3 millones de niños y niñas no tienen acceso a salud y 2.5 millones, no pisa nunca una escuela. 30 mil niñas y niños viven en las calles y se estima que 361 niños, de cada mil, sufren maltrato. Cada año se registran 12.202 casos de explotación sexual.
Si estas cifras parecen alarmantes, seguramente la realidad es mucho peor pues todos sabemos que en los casos de maltrato infantil solo contamos con sub-registros.
1 comentario:
Hola Alvaro!
Interesante y oportuna tu reflexión sobre nuestros niños en este tiempo de Navidad, cuando los niños son intrumentalizados por el comercio para "ordeñar" a los papás.
Un saludo de Adviento, esperando "advenimientos" de justicia para poder celebrar la Paz de Navidad.
Salvador
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